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MALAQUÍAS MALAQUÍAS

MALAQUÍAS
INTRODUCCIÓN
Con el mensaje profético de Malaquías (=Mal) se cierra el conjunto de los Doce profetas llamados “menores” (véase Introducción a los Libros Proféticos [1]). Este mensaje se caracteriza por su marcado tono polémico, y el hecho más notable es que esa característica se manifiesta tanto en los temas desarrollados como en su presentación literaria. El profeta, en efecto, toma como punto de partida las objeciones de sus oyentes, y practica una especie de “predicación dialogada”, de manera que su palabra aparece como una réplica a determinadas preguntas.
Las “discusiones” de Malaquías con los destinatarios de su mensaje tienen una estructura bastante uniforme. Al comienzo, el Señor establece un principio general o reprueba una práctica más o menos corriente en la comunidad de Israel. A esta afirmación divina los interpelados responden con una objeción o una duda, formulada en forma de pregunta e introducida generalmente por un irónico Pero vosotros respondéis o Y todavía preguntáis (Mal 1.2,6-7; 2.14,17; 3.7-8,13). Por último, el Señor reafirma y amplía lo dicho al comienzo, añadiendo nuevos reproches o anunciando el castigo de los culpables. El discurso de Malaquías condena así los abusos que se cometen en el culto del templo y en las relaciones familiares y sociales (cf. 3.5). Tales acusaciones están dirigidas especialmente contra los sacerdotes que no ofrecen los sacrificios en la forma debida (1.6–2.9), contra los que se divorcian de sus esposas para casarse con mujeres extranjeras (2.10-16) y contra los que defraudan al Señor dejando de pagar los diezmos (3.6-11).
El profeta, en su predicación, deja entrever el estado de ánimo que se había apoderado de muchos israelitas algunas décadas después del retorno del exilio. Las brillantes promesas de Hageo y Zacarías tardaban en cumplirse, y este retraso, agravado por muchas dificultades y penurias (cf. 3.11), había hecho que se pusiera en duda el amor y la justicia del Señor (cf. 2.17). Frente a ese escepticismo, el profeta insiste en que Dios ama a su pueblo (1.2) y en que hará honor a su palabra y a sus promesas: el Día del Señor llegará a su debido tiempo, y entonces su justicia brillará como la luz del sol (4.1-3).
El nombre Malaquías es la transcripción del vocablo hebreo malají, que significa mi mensajero. Por eso no se sabe bien si se trata de un nombre propio y personal, o si es más bien el título de un profeta anónimo. De todas maneras, el libro contiene una serie de alusiones que permiten fijar con relativa seguridad la fecha en que fue redactado. El templo ya había sido reconstruido (cf. 3.10) y el culto se celebraba regularmente (cf. 1.6–2.9). Por otra parte, el pueblo de Judá estaba sometido a la autoridad de un gobernador persa (véase 1.8$n.), y el profeta percibía la urgente necesidad de corregir los abusos que se cometían en las cuestiones matrimoniales (2.14). Esto permite suponer que la predicación de Malaquías preparó la gran reforma de Nehemías (cf. Neh 13.23-27) y que, por lo tanto, él desarrolló su actividad profética en la segunda mitad del siglo V a.C.
El esquema siguiente ofrece una visión de conjunto de este breve escrito profético:
I. Introducción (1.1)
II. Amor del Señor a Israel (1.2-5)
III. Contra los sacerdotes que no ofrecen los sacrificios correctamente (1.6–2.9)
IV. Contra la infidelidad conyugal y los matrimonios con mujeres extranjeras (2.10-16)
V. La purificación de la comunidad (2.17–3.5)
VI. De los diezmos y las ofrendas (3.6-12)
VII. Del honrar y servir al Señor (3.13–4.3)
VIII. Conclusión (4.4-6)

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