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FILIPENSES INTRODUCCIÓN

INTRODUCCIÓN
1. Pablo y Filipos
Filipos fue la primera ciudad europea evangelizada por Pablo. Arribó allí el Apóstol acompañado de Timoteo, Silas —y tal vez Lucas— en el curso de su segundo viaje misionero después de atravesar el Asia Menor y cruzar el Helesponto (ver Hch 16,6-12). Ciudad importante de la provincia romana de Macedonia, situada a poca distancia de la costa del mar Egeo y al borde de la “Via Egnatia” —la célebre calzada romana que unía Oriente y Occidente—, la población de Filipos estaba constituida en tiempos de Pablo sobre todo por gentes de origen latino. Era, en efecto, una especie de “colonia romana” dedicada a residencia y descanso de los veteranos del ejército de Roma. Gozaba por lo mismo de notables privilegios civiles, tales como el de ser regida por el derecho itálico y gobernada por dos jefes militares llamados estrategoi (ver Hch 16,35) a semejanza de los cónsules de Roma. El núcleo judío de Filipos debía ser por entonces más bien escaso (ver Hch 16,13).
La acción evangelizadora de Pablo y sus colaboradores en Filipos no debió prolongarse durante mucho tiempo. Pero fue eficaz y, al tener que abandonar la ciudad, Pablo dejó allí una comunidad que creció rápidamente y que, además, se mantuvo siempre fiel y unida al Apóstol con el que mantuvo unas singulares relaciones de mutuo afecto y apoyo. En varias ocasiones envió ayuda material a Pablo (ver 4,15-16; 2 Co 11,9), se mostró particularmente generosa en la colecta organizada por Pablo a favor de las iglesias necesitadas de Judea (2 Co 8,1-5) y, cuando se entera de que Pablo se encuentra encarcelado, no pierde tiempo para acudir en su ayuda enviando a Epafrodito con abundantes socorros económicos (4,10-20). Precisamente este último hecho está, sin duda, en el origen de la carta a los Filipenses (en adelante se utilizará preferentemente la abreviatura Flp).
2. Circunstancias y peculiaridades de la carta
A primera vista, Flp es una carta en la que Pablo agradece la ayuda recibida. De paso, aprovecha la ocasión para dar unos cuantos buenos consejos a sus queridos cristianos de Filipos y para ponerlos en guardia contra una serie de peligros procedentes de ciertos predicadores judaizantes. La carta habría sido escrita durante una más que probable prisión del Apóstol en Éfeso, entre los años 53-55 d. C. Esta es hoy la opinión mayoritaria frente a la que años atrás situaba la composición de la carta durante la primera prisión de Pablo en Roma, entre los años 60-62.
Pero una lectura atenta de la carta permite descubrir en ella al menos un par de cortes (3,2 y 4,10) que sugieren —como en el caso de 2 Co— la posibilidad de varias cartas distintas en origen. En este sentido se manifiestan autores contemporáneos cada vez más numerosos, de distinta procedencia y de reconocida autoridad. Hablan de dos e incluso de tres cartas: una de agradecimiento, escrita al comienzo de la prisión (4,10-20); otra más extensa, en un momento ya avanzado de su encarcelamiento (1,1—3,1 y 4,2-7; 21-23); y una tercera, escrita ya fuera de la cárcel, de carácter marcadamente polémico contra los propagandistas judaizantes (3,2—4,1.8-9). Es esta una hipótesis razonable que no debe ser descartada. En cualquier caso, nadie pone en duda la autenticidad paulina del texto completo que ha llegado hasta nosotros. Un texto con rasgos netamente epistolares, sin aspiraciones a constituir una reflexión sistemática, y con un tono casi siempre cercano y cordial que hacen de Flp la más familiar entre todas las cartas paulinas.
3. Contenido de la carta
Sea lo que sea sobre la unidad redaccional de la carta, en su estado actual hay varias ideas que se hacen presentes a lo largo de toda ella y que le confieren una cierta unidad de contenido. Destaquemos la repetida invitación a la alegría (1,8.4.25; 2,2.17-18.28-29; 3,1; 4,1.4.10); el gozo y la preocupación del Apóstol por que los filipenses crezcan en la fe y se consoliden en la armonía y el amor cristiano (1,7-10; 2,1-4.14; 3,15; 4,2); y de manera especial se resalta el papel protagonista que Cristo desempeña en la vida de Pablo y que tiene que desempeñar en la de todo cristiano (1,13-23; 2,6-11; 3,7-11; 4,13).
La carta comienza con un saludo, una acción de gracias y una constatación emocionada del amor entrañable que Pablo siente por los filipenses (1,1-11). Sigue una reflexión sobre las consecuencias de la prisión de Pablo en relación con el anuncio del evangelio (1,12-29) y sobre la necesidad de seguir el ejemplo de Cristo (2,1-18). Unas noticias referentes a Timoteo y Epafrodito (2,19-30) preceden a una enérgica llamada de atención ante la presencia de predicadores judaizantes en Filipos (3,1-16), ante ciertas conductas inmorales (3,17-21) y ante el peligro de rivalidades y celos estériles en el seno de la comunidad (4,1-3). Nueva invitación a la alegría y a tomar en consideración todo lo que sea bueno, venga de donde venga (4,4-9). El tramo final —que puede constituir, como se ha dicho, una carta independiente— se hace eco de la sincera gratitud de Pablo por la generosa ayuda recibida de los filipenses (4,10-20).
4. Estructura de la carta
— Introducción (1,1-11)
I.— PAPEL CENTRAL DE CRISTO (1,12—2,30)
II.— ADVERTENCIAS Y EXHORTACIONES (3,1—4,9)
— Conclusión (4,10-23)
CARTA A LOS FILIPENSES

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