1 Reyes 3
3
Salomón pide sabiduría
3:4-15 – 2Cr 1:2-13
1Salomón entró en alianza con el faraón, rey de Egipto, casándose con su hija, a la cual llevó a la Ciudad de David mientras terminaba de construir su palacio, el templo del Señor y el muro alrededor de Jerusalén. 2Como aún no se había construido un templo en honor al nombre del Señor, el pueblo seguía ofreciendo sacrificios en los lugares altos. 3Salomón amaba al Señor y cumplía los decretos de su padre David. Sin embargo, también iba a los santuarios locales para ofrecer sacrificios y quemar incienso.
4Como en Gabaón estaba el santuario más importante, Salomón acostumbraba a ir al lugar para ofrecer sacrificios. Allí ofreció mil holocaustos; 5y en ese mismo sitio se apareció el Señor en un sueño y le dijo:
—Pídeme lo que quieras.
6Salomón respondió:
—Tú trataste con mucho amor a tu siervo David, mi padre, pues se condujo delante de ti con lealtad, justicia y honestidad.#3:6 honestidad. Lit. con un corazón recto. En la Biblia, corazón se usa para designar el asiento de las emociones, pensamientos y voluntad, es decir, el proceso de toma de decisiones del ser humano. Y como hoy se puede ver, has reafirmado tu gran amor al concederle que un hijo suyo lo suceda en el trono.
7»Ahora, Señor mi Dios, me has hecho rey en lugar de mi padre David. No soy más que un muchacho y apenas sé cómo comportarme. 8Sin embargo, aquí me tienes, un siervo tuyo en medio del pueblo que has escogido, un pueblo tan numeroso que es imposible contarlo. 9Yo te ruego que des a tu siervo discernimiento para gobernar a tu pueblo y para distinguir entre el bien y el mal. De lo contrario, ¿quién podrá gobernar a este gran pueblo tuyo?».
10Al Señor le agradó que Salomón hubiera hecho esa petición. 11Y Dios le dijo:
—Como has pedido esto, y no larga vida ni riquezas para ti, ni has pedido la muerte de tus enemigos, sino discernimiento para administrar justicia, 12voy a concederte lo que has pedido. Te daré un corazón sabio y prudente, como nadie antes de ti lo ha tenido ni lo tendrá después. 13Además, aunque no me lo has pedido, te daré tantas riquezas y esplendor que en toda tu vida ningún rey podrá compararse contigo. 14Si andas por mis caminos y obedeces mis estatutos y mandamientos, como lo hizo tu padre David, te daré una larga vida.
15Cuando Salomón despertó y se dio cuenta del sueño que había tenido, regresó a Jerusalén. Se presentó ante el arca del pacto del Señor y ofreció holocaustos y sacrificios de comunión. Luego ofreció un banquete para toda su corte.
Un gobernante sabio
16Tiempo después, dos prostitutas fueron a presentarse ante el rey. 17Una de ellas le dijo:
—Mi señor, esta mujer y yo vivimos en la misma casa. Mientras ella estaba allí conmigo, yo di a luz 18y a los tres días también ella dio a luz. No había en la casa nadie más que nosotras dos.
19»Pues bien, una noche esta mujer se acostó encima de su hijo y el niño murió. 20Pero ella se levantó a medianoche, mientras yo dormía, y, tomando a mi hijo, lo acostó junto a ella y puso a su hijo muerto a mi lado. 21Cuando amaneció, me levanté para amamantar a mi hijo, ¡y me di cuenta de que estaba muerto! Pero, al clarear el día, lo observé bien y pude ver que no era el hijo que yo había dado a luz».
22—¡No es cierto! —exclamó la otra mujer—. ¡El niño que está vivo es el mío y el muerto es el tuyo!
—¡Mientes! —insistió la primera—. El niño muerto es el tuyo y el que está vivo es el mío.
Y se pusieron a discutir delante del rey.
23El rey deliberó: «Una dice: “El niño que está vivo es el mío y el muerto es el tuyo”. Y la otra dice: “¡No es cierto! El niño muerto es el tuyo y el que está vivo es el mío”».
24Entonces ordenó:
—Tráiganme una espada.
Cuando se la trajeron, 25dijo:
—Partan en dos al niño que está vivo y denle una mitad a esta y la otra mitad a aquella.
26La verdadera madre, angustiada por su hijo, dijo al rey:
—¡Por favor, mi señor! ¡Dele usted a ella el niño que está vivo, pero no lo mate!
En cambio, la otra exclamó:
—¡Ni para mí ni para ti! ¡Que lo partan!
27Entonces el rey ordenó:
—No lo maten. Entréguenle a la primera el niño que está vivo, pues ella es la madre.
28Cuando todos los israelitas se enteraron de la sentencia que el rey había pronunciado, sintieron un gran respeto por él, pues vieron que tenía sabiduría de Dios para administrar justicia.
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1 Reyes 3: NVI
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1 Reyes 3
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II. REINADO DE SALOMÓN
(3—11)
Salomón se casa con la hija del faraón#3.1-2 Aquí empieza un relato que se extiende hasta el final del cap. 11 y cuya fuente es El libro de las crónicas de Salomón (véase 1 R 11.41 n.). El tema dominante es la sabiduría de Salomón, muy brillante al comienzo, pero que al final termina en fracaso (cf. 1 R 11).
1Salomón emparentó con el faraón, rey de Egipto, pues se casó con su hija#3.1 El matrimonio de un rey con una princesa extranjera era una forma bastante frecuente de establecer alianzas políticas con otros reinos. Cf. 1 R 11.1; 16.31; 2 R 8.18. y la llevó a la Ciudad de David#3.1 Ciudad de David: Véase 1 R 2.10 n. mientras terminaba de construir su palacio y el templo del Señor y la muralla alrededor de Jerusalén. 2La gente, sin embargo, ofrecía sus sacrificios en los lugares altos#3.2 Los lugares altos eran elevaciones naturales o artificiales donde los cananeos rendían culto a sus dioses. Muchas de ellas fueron luego transformadas por los israelitas en lugares de culto al Señor (cf. 1 S 9.12), y a raíz de esto se introdujeron en Israel ritos y otras prácticas religiosas incompatibles con la verdadera fe. Tal contaminación fue severamente reprobada por los profetas (cf. Ez 20.28-29; Os 10.8; Am 7.9); en tiempos del rey Ezequías (2 R 18.4) y, sobre todo, en los del rey Josías (2 R 23.4-15), fueron destruidos muchos de estos lugares altos. Paralelamente a este movimiento, el templo de Jerusalén era considerado cada vez más como el único lugar de culto legítimo. Cf. Dt 12. de culto pagano, porque hasta entonces no se había construido un templo para el Señor.
Salomón pide a Dios sabiduría
(2~Cr 1.1-13)
3Salomón amaba al Señor y cumplía las leyes establecidas por David, su padre, aun cuando él mismo ofrecía sacrificios e incienso en los lugares altos, 4e incluso iba a Gabaón#3.4 Gabaón: lugar situado al noroeste de Jerusalén. Véase Jos 9.3 n. para ofrecer allí sacrificios, porque aquel era el lugar alto más importante;#3.4 En tiempos de Salomón todavía no se había tomado conciencia del peligro que significaba para la religión de Israel la presencia de estos lugares altos. y ofrecía en aquel lugar mil holocaustos.#3.4 Holocaustos: Véase Lv 1.3 n. La cifra mil es una hipérbole, o exageración intencional, que pone de relieve la piedad de Salomón y la gran cantidad de sacrificios ofrecidos en aquella fiesta. Véase 1 R 4.2 n.
5Una noche, en Gabaón, el Señor se apareció en sueños#3.5 Los sueños son, en el AT, una forma común de revelación divina (cf. Gn 26.24; 28.11-15; 31.11,24; Jue 7.13; 1 S 3; 28.6). a Salomón y le dijo: «Pídeme lo que quieras, y yo te lo daré.»
6Salomón respondió: «Tú trataste con gran bondad a mi padre, tu siervo David, pues él se condujo delante de ti con lealtad, justicia y rectitud de corazón para contigo. Por eso lo trataste con tanta bondad y le concediste que un hijo suyo se sentara en su trono, como ahora ha sucedido.#2~S 7.12-16. 7Tú, Señor y Dios mío, me has puesto para que reine en lugar de David, mi padre, aunque yo soy un muchacho joven y sin experiencia.#Jer 1.6. 8Pero estoy al frente del pueblo que tú escogiste: un pueblo tan grande que, por su multitud, no puede contarse ni calcularse.#Dt 7.7-8. 9Dame, pues, un corazón atento para gobernar a tu pueblo, y para distinguir entre lo bueno y lo malo; porque ¿quién hay capaz de gobernar a este pueblo tuyo tan numeroso?»#3.5-9 Cf. Sab 9.1-18. Al hacer esta petición, el rey Salomón pone de manifiesto que la dignidad real, como cualquier otra forma de autoridad, más que un privilegio personal debe ser un servicio en favor del pueblo. Véase Sal 72.1-2.
10Al Señor le agradó que Salomón le hiciera tal petición, 11y le dijo: «Porque me has pedido esto, y no una larga vida, ni riquezas, ni la muerte de tus enemigos, sino inteligencia para saber oír y gobernar, 12voy a hacer lo que me has pedido: yo te concedo sabiduría e inteligencia#3.12 Yo te concedo sabiduría e inteligencia: De acuerdo con una idea común al AT y a los demás pueblos del antiguo Oriente, la principal responsabilidad del rey era establecer en su reino un orden social justo (cf. Sal 72.1-4). Para lograrlo tenía necesidad de una sabiduría superior, que sólo Dios podía concederle. Este relato muestra cómo Salomón pidió y obtuvo esa sabiduría divina, los relatos siguientes describen los distintos aspectos y las manifestaciones de la sabiduría propia del rey: discernimiento judicial para decidir en casos difíciles (1 R 3.16-28), sabiduría intelectual (1 R 4.32-33[5.12-13]) y prudencia administrativa (1 R 4.1-19). como nadie las ha tenido antes que tú ni las tendrá después de ti.#3.12 1 R 4.29-34(5.9-14); Is 11.1-5; Eclo 47.12-17. 13Además, te doy riquezas y esplendor, cosas que tú no pediste, de modo que en toda tu vida no haya otro rey como tú. 14Y si haces mi voluntad, y cumples mis leyes y mandamientos, como lo hizo David, tu padre, te concederé una larga vida.»
15Al despertar, Salomón se dio cuenta de que había sido un sueño. Y cuando llegó a Jerusalén, se presentó ante el arca de la alianza del Señor y ofreció holocaustos#3.15 Holocaustos: Véase Lv 1.3 n. y sacrificios de reconciliación.#3.15 Sacrificios de reconciliación: Véase Lv 3.1 n. Después dio un banquete a todos sus funcionarios.
Salomón, el juez sabio
16Por aquel tiempo fueron a ver al rey dos prostitutas.#3.16 Acerca de la práctica de la prostitución en el AT, cf. Gn 38.13-18; Jos 2.1; Jue 16.1. Sobre el juicio moral que merece dicha práctica, cf. Pr 7.6-27; 29.3; Eclo 9.6; 19.2; 26.22 (véase 26.18 n.); 41.20. Cuando estuvieron en su presencia, 17una de ellas dijo:
—¡Ay, Majestad! Esta mujer y yo vivimos en la misma casa, y yo di a luz estando ella conmigo en casa. 18A los tres días de que yo di a luz, también dio a luz esta mujer. Estábamos las dos solas. No había ninguna persona extraña en casa con nosotras; solo estábamos nosotras dos. 19Pero una noche murió el hijo de esta mujer, porque ella se acostó encima de él. 20Entonces se levantó a medianoche, mientras yo estaba dormida, y quitó de mi lado a mi hijo y lo acostó con ella, poniendo junto a mí a su hijo muerto. 21Por la mañana, cuando me levanté para dar el pecho a mi hijo, vi que estaba muerto. Pero a la luz del día lo miré, y me di cuenta de que aquel no era el hijo que yo había dado a luz.
22La otra mujer dijo:
—No, mi hijo es el que está vivo, y el tuyo es el muerto.
Pero la primera respondió:
—No, tu hijo es el muerto, y mi hijo el que está vivo.
Así estuvieron discutiendo delante del rey. 23Entonces el rey se puso a pensar: «Esta dice que su hijo es el que está vivo, y que el muerto es el de la otra; ¡pero la otra dice exactamente lo contrario!» 24Luego ordenó:
—¡Tráiganme una espada!
Cuando le llevaron la espada al rey, 25ordenó:
—Corten en dos al niño vivo, y denle una mitad a cada una.
26Pero la madre del niño vivo se angustió profundamente por su hijo, y suplicó al rey:
—¡Por favor! ¡No mate Su Majestad al niño vivo! ¡Mejor déselo a esta mujer!
Pero la otra dijo:
—Ni para mí ni para ti. ¡Que lo partan!
27Entonces intervino el rey y ordenó:
—Entreguen a aquella mujer#3.27 Aquella mujer: es decir, la primera que habló al rey. el niño vivo. No lo maten, porque ella es su verdadera madre.
28Todo Israel se enteró de la sentencia con que el rey había resuelto el pleito, y sintieron respeto por él, porque vieron que Dios le había dado sabiduría para administrar justicia.#3.28 Al descubrir los verdaderos sentimientos de las dos mujeres, Salomón demostró que poseía una sabiduría divina, ya que sólo Dios es capaz de conocer lo que hay en el corazón del ser humano (Sal 7.9[10]; Jer 17.10; Ap 2.23). Véase también 1 R 3.12 nota.
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Texto © Sociedades Bíblicas Unidas, 1994.