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Apocalipsis 10:6 (NVI)
y juró por el que vive por los siglos de los siglos, el que creó el cielo, la tierra, el mar y todo lo que hay en ellos y dijo: «¡El tiempo ha terminado!
Apocalipsis 10:7 (NVI)
En los días en que hable el séptimo ángel, cuando comience a tocar su trompeta, se cumplirá el misterio de Dios, tal y como lo anunció a sus siervos los profetas».
Apocalipsis 10:8 (NVI)
La voz del cielo que yo había escuchado se dirigió a mí de nuevo: «Acércate al ángel que está de pie sobre el mar y sobre la tierra y toma el rollo que tiene abierto en la mano».
Apocalipsis 10:9 (NVI)
Me acerqué al ángel y le pedí que me diera el rollo. Él me dijo: «Tómalo y cómetelo. Te amargará las entrañas, pero en la boca te sabrá dulce como la miel».
Apocalipsis 10:10 (NVI)
Lo tomé de la mano del ángel y me lo comí. Me supo dulce como la miel, pero al comérmelo se me amargaron las entrañas.
Apocalipsis 10:11 (NVI)
Entonces me ordenó: «Tienes que volver a profetizar acerca de muchos pueblos, naciones, lenguas y reyes».
Apocalipsis 11:1 (NVI)
Se me dio una vara que servía para medir y se me ordenó: «Levántate y mide el templo de Dios y el altar, luego cuenta cuántos adoran allí.
Apocalipsis 11:2 (NVI)
Pero no incluyas el atrio exterior del templo; no lo midas, porque ha sido entregado a los gentiles, los cuales pisotearán la ciudad santa durante cuarenta y dos meses.
Apocalipsis 11:3 (NVI)
Por mi parte, yo encargaré a mis dos testigos que, vestidos de luto, profeticen durante mil doscientos sesenta días».
Apocalipsis 11:4 (NVI)
Estos dos testigos son los dos olivos y los dos candelabros que permanecen delante del Señor de la tierra.
Apocalipsis 11:5 (NVI)
Si alguien quiere hacerles daño, ellos lanzan fuego por la boca y consumen a sus enemigos. Así habrá de morir cualquiera que intente hacerles daño.
Apocalipsis 11:6 (NVI)
Estos testigos tienen poder para cerrar el cielo a fin de que no llueva mientras estén profetizando; además, tienen poder para convertir las aguas en sangre y para azotar la tierra, cuantas veces quieran, con toda clase de plagas.
Apocalipsis 11:7 (NVI)
Ahora bien, cuando hayan terminado de dar su testimonio, la bestia que sube del abismo les hará la guerra, los vencerá y los matará.
Apocalipsis 11:8 (NVI)
Sus cadáveres quedarán tendidos en la plaza de la gran ciudad, llamada en sentido figurado Sodoma y Egipto, donde también fue crucificado su Señor.
Apocalipsis 11:9 (NVI)
Y gente de todo pueblo, tribu, lengua y nación contemplará sus cadáveres por tres días y medio, y no permitirá que se les dé sepultura.
Apocalipsis 11:10 (NVI)
Los habitantes de la tierra se alegrarán de su muerte y harán fiesta e intercambiarán regalos, porque estos dos profetas los atormentaban.
Apocalipsis 11:11 (NVI)
Pasados los tres días y medio, entró en ellos un aliento de vida enviado por Dios; se pusieron de pie y quienes los observaban quedaron sobrecogidos de terror.
Apocalipsis 11:12 (NVI)
Entonces los dos testigos oyeron una potente voz del cielo que decía: «Suban acá». Y subieron al cielo en una nube, a la vista de sus enemigos.
Apocalipsis 11:13 (NVI)
En ese mismo instante se produjo un violento terremoto y se derrumbó la décima parte de la ciudad. Perecieron siete mil personas, pero los sobrevivientes, llenos de temor, dieron gloria al Dios del cielo.
Apocalipsis 11:14 (NVI)
El segundo ¡ay! ya pasó, pero se acerca el tercero.
Apocalipsis 11:15 (NVI)
Tocó el séptimo ángel su trompeta y en el cielo resonaron fuertes voces que decían: «El reino del mundo ha pasado a ser de nuestro Señor y de su Cristo, y él reinará por los siglos de los siglos».
Apocalipsis 11:16 (NVI)
Los veinticuatro ancianos que estaban sentados en sus tronos delante de Dios se postraron rostro en tierra y adoraron a Dios
Apocalipsis 11:17 (NVI)
diciendo: «Señor Dios Todopoderoso, que eres y que eras, te damos gracias porque has asumido tu gran poder y has comenzado a reinar.
Apocalipsis 11:18 (NVI)
Las naciones se han enfurecido; pero ha llegado tu ira, el momento de juzgar a los muertos y de recompensar a tus siervos los profetas, a los que creyeron en ti y a los que temen tu nombre, sean grandes o pequeños, y de exterminar a los que destruyen la tierra».
Apocalipsis 11:19 (NVI)
Entonces se abrió en el cielo el templo de Dios; allí se vio el arca de su pacto y hubo relámpagos, estruendos, truenos, un terremoto y una fuerte granizada.