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Primera Iglesia Baustista de Zamora

JESUCRISTO, EL SACRIFICIO PERFECTO

JESUCRISTO, EL SACRIFICIO PERFECTO

Serie: Carta a los Hebreos | Hebreos 10:1-25 | Domingo, 13 de Junio del 2021

Locations & Times

primera iglesia bautista de zamora

Avenida, Cristóbal Colón Oriente 362, Jardines de Catedral, 59670 Zamora de Hidalgo, Mich., México

Sunday 12:00 PM

Se cuenta la historia de un poblado inglés cuyo templo tenía un arco donde estaba escrito: “Predicamos a Cristo Crucificado”. Durante muchos años hombres fieles predicaron allí y presentaron al Salvador Crucificado como el Único medio para salvación. Pero cuando murió la generación de predicadores fieles al Evangelio, surgió una nueva generación que consideraba anticuado y repulsivo el mensaje del Evangelio; Que Cristo vivió, murió y resucitó para dar salvación a todo aquel que crea y que se arrepienta de sus pecados. Entonces se comenzó a predicar la salvación por el ejemplo de Cristo, no por su sangre, es decir una salvación por obras. No veían la necesidad de Su sacrificio. Después de un tiempo, hojas comenzaron crecer sobre el arco y cubrió la palabra “crucificado”, de modo que solo se podía leer en la fachada de aquella iglesia “Predicamos a Cristo”. Entonces la iglesia decidió que su mensaje no tenía por qué confinarse a Cristo y a la Biblia. Y así fue como los predicadores comenzaron a hacer discursos sobre asuntos sociales, políticos, filosóficos, cuestiones meramente morales y cualquier tema que produjera interés. Hojas siguieron creciendo sobre el arco hasta cubrir las últimas palabras. Entonces solo se leyó en la fachada de aquella iglesia: “Predicamos”.

La iglesia jamás debe dejar de predicar ni diluir el mensaje de Cristo. Sin importar la evolución en las corrientes o tendencias de este mundo, Cristo siempre debe ser reconocido y exaltado por la Su iglesia. Esta misma fue la convicción del Apóstol Pablo en 1 Corintios 2:2 que dice:“Pues me propuse no saber entre vosotros cosa alguna sino a Jesucristo, y a éste crucificado”.
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Vemos aquí el punto principal del Autor de la carta a los Hebreos; Presentar los argumentos Bíblicos necesarios para establecer que Cristo es Nuestro Único Redentor. Que la salvación antes de la Ley, durante la Ley y después de Ley siempre ha sido por medio de la fe en el Salvador y jamás por medio de las obras.

Romanos 4:1-3 dice: “¿Qué, pues, diremos que halló Abraham, nuestro padre según la carne? Porque si Abraham fue justificado por las obras, tiene de qué gloriarse, pero no para con Dios. Porque ¿qué dice la Escritura? Creyó Abraham a Dios, y le fue contado por justicia.

Abraham no conoció la Ley de Moisés, pero aún así fue justificado delante de Dios, no por sus obras sino por su fe. Y a nosotros Dios nos ha confiado la grandísima revelación que Cristo es ese Salvador en Quien nuestra fe debe ser depositada completamente.

“Sin fe, estamos sin Cristo y, en consecuencia, sin un Salvador. Sería infinitamente mejor estar sin ojos, sin oídos, sin salud, sin pan, sin vestimenta, sin hogar que estar sin la fe que brinda todo lo que el ama necesita. Sin fe, estamos espiritualmente desnudos, pobres, miserables, perdidos, condenados y sin esperanza de una salida.” — Charles H Spurgeon
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A diferencia de la ley que demandaba constantes sacrificios por el perdón de los pecados, solo bastó un sacrificio de Cristo para perdonar y borrar todos los pecados de aquellos que creerían en Él.

Gálatas 1:3-5 dice:“Gracia y paz sean a vosotros, de Dios el Padre y de nuestro Señor Jesucristo, el cual se dio a sí mismo por nuestros pecados para librarnos del presente siglo malo, conforme a la voluntad de nuestro Dios y Padre, a quien sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén.”

¿Qué pasó cuando Cristo fue resucitado y llevado a los cielos? Él entró como nuestro Sumo Sacerdote al verdadero Lugar Santísimo y se ha sentado a la diestra de Dios. “Cada vez que el sumo sacerdote entraba al Lugar Santísimo en el día de la Expiación, el pueblo esperaba afuera que regresara con vida, pero cuando Cristo entró al templo celestial Él no regresó, sino que abrió la cortina y dejó abierto el camino al lugar santísimo para que nosotros pudiéramos seguirlo” —John MacArthur.

Y ahora Dios espera con paciencia la redención de Su Pueblo pues de muchas maneras ha hablado al hombre. Hebreos 1:1-2a dice:“Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo …” .

¿CÓMO ES QUE DIOS HA HABLADO A TODOS?

En primer lugar Dios habla por medio de Su Palabra.

En segundo lugar, a los que nunca han conocido una Biblia, Dios ha hablado por medio de Su creación: “Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa” (Ro. 1:20).

En tercer lugar, Dios habla y obra por medio de Su Santo Espíritu: “Y nos atestigua lo mismo el Espíritu Santo …” (He. 10:15a) … “Y cuando él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio” (Jn. 16:8).






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¿A qué es llamada la iglesia de Jesucristo?

1. A acercarnos a Dios en arrepentimiento (v.22). Ya no para salvación, sino para reconciliación si hemos pecado.

2. A perseverar (v.23). Seguir caminando puesta nuestra mirada en Cristo, incondicionalmente por lo que tengamos que atravesar.

3. Al amor fraternal (vv.24-25). Hay muchas religiones donde las personas solo van a los templos a buscar a su “dios”, pero son indiferentes a las demás personas. No así en el cristianismo. El Señor nos ha llamado a vivir en comunión los unos con los otros, tal como una familia lo hace.
En conclusión, acercarnos a Cristo es la invitación que se ha hecho a lo largo de los siglos, pues sólo en Él se puede encontrar salvación, esperanza y vida eterna. Los huesos de todos los grandes líderes religiosos se han quedado enterrados en sus tumbas, pero no así con Cristo. Él se entregó como el sacrificio perfecto, murió y resucitó al tercer día para dar testimonio de Su poder aún sobre la muerte y abrir el camino al Padre por medio de la fe en Él. Hoy podemos venir ante Cristo con un corazón sincero y gozar de la plenitud de Su perdón.