Centro Cristiano Victoria. Moreno

¿Cómo vivir lleno del Espíritu Santo? Burro o corcel
CCV. Centro Cristiano Victoria. Ituzaingó 186. Moreno.Por el momento seguimos con nuestras Celebraciones presencial con turno previo y vía ONLINE Buscanos en redes sociales como Somos CCV. Dios te Bendiga
Locations & Times
Centro Cristiano Victoria
Ituzaingó 186, B1744FTD Moreno, Buenos Aires, Argentina
Sunday 10:00 AM
El fin de semana que viene celebraremos Semana Santa.Será un tiempo de bendición.Hoy, se recuerda el día en que Jesús entró en la ciudad de Jerusalén. Claro que no fue una entrada más, el Maestro sabía que en pocos días iba a entregar su vida en una cruz para salvarte a vos, a mí y a todo aquel que cree en Él.
“Cuando ya estaban cerca de Jerusalén, Betfagué y Betania, y frente al monte de los Olivos, Jesús envió a dos de sus discípulos y les dijo: «Vayan a la aldea que tienen ante ustedes. Al entrar en ella, van a encontrar atado un burrito, sobre el cual nadie se ha montado. Desátenlo y tráiganlo acá. Si alguien les pregunta: “¿Por qué hacen esto?”, respondan que el Señor lo necesita, y que muy pronto lo devolverá.» Los discípulos fueron, y en la calle, junto a una puerta, encontraron el burrito atado. Lo desataron. Algunos de los que estaban allí les preguntaron: «¿Qué hacen? ¿Por qué están desatando el burrito?» Ellos les respondieron lo que Jesús les había dicho, y los dejaron desatarlo. Ellos llevaron a Jesús el burrito, sobre el que echaron sus mantos, y luego Jesús se montó sobre él. Por el camino, muchos tendían también sus mantos, mientras que otros tendían ramas que habían cortado en el campo. Tanto los que iban delante como los que iban detrás gritaban: «¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! ¡Bendito el reino venidero de nuestro padre David! ¡Hosanna en las alturas!» Jesús entró en Jerusalén y se dirigió al templo. Después de mirar todo a su alrededor, se fue a Betania con los doce, pues ya estaba anocheciendo.” Marcos 11:1-11.
“Cuando ya estaban cerca de Jerusalén, Betfagué y Betania, y frente al monte de los Olivos, Jesús envió a dos de sus discípulos y les dijo: «Vayan a la aldea que tienen ante ustedes. Al entrar en ella, van a encontrar atado un burrito, sobre el cual nadie se ha montado. Desátenlo y tráiganlo acá. Si alguien les pregunta: “¿Por qué hacen esto?”, respondan que el Señor lo necesita, y que muy pronto lo devolverá.» Los discípulos fueron, y en la calle, junto a una puerta, encontraron el burrito atado. Lo desataron. Algunos de los que estaban allí les preguntaron: «¿Qué hacen? ¿Por qué están desatando el burrito?» Ellos les respondieron lo que Jesús les había dicho, y los dejaron desatarlo. Ellos llevaron a Jesús el burrito, sobre el que echaron sus mantos, y luego Jesús se montó sobre él. Por el camino, muchos tendían también sus mantos, mientras que otros tendían ramas que habían cortado en el campo. Tanto los que iban delante como los que iban detrás gritaban: «¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! ¡Bendito el reino venidero de nuestro padre David! ¡Hosanna en las alturas!» Jesús entró en Jerusalén y se dirigió al templo. Después de mirar todo a su alrededor, se fue a Betania con los doce, pues ya estaba anocheciendo.” Marcos 11:1-11.
La acción de Jesús aquí fue una presentación dramática deliberada de Sus credenciales como Mesías.
Pero debemos fijarnos bien en lo que estaba haciendo.
El profeta Zacarías había dicho:
“¡Alégrate mucho, hija de Sión! ¡Da voces de júbilo, hija de Jerusalén! Mira que tu Rey viene a ti, justo y salvador, pero humilde, cabalgando sobre un asno, sobre un pollino hijo de asna.” Zacarías 9:9.
Todo el impacto está en que el Rey venía trayendo paz.¿Por qué decimos esto?Veamos:
En Palestina, el asno era considerado un animal noble.Cuando un rey iba a la guerra, montaba un caballo, un corcel.Pero cuando iba en misión de paz, cabalgaba en un asno.
En nuestras culturas un burro es un animalito un poco despreciado o divertido, pero en los tiempos de Jesús era una montura de reyes.Pero debemos advertir la clase de Rey que Jesús proclamaba ser. Vino manso y humilde, pacíficamente y para traer la paz. Como sus seguidores nuestras acciones deben contribuir a la paz y unidad.
En esta historia veo un detalle que me emociona. Los discípulos amaban a Jesús. Hicieron todo exactamente como se les había dicho. Buscaron el burro y lo llevaron hasta donde estaba el Maestro, entonces, se sacaron su mantos y los pusieron sobre el burro y así Jesús lo pudo montar. Para un judío su manto era algo muy importante.
En tiempos de Jesús el vestido exterior que usaban los aldeanos era una larga capa o manto que serviría de abrigo. Se fabricaba de pelo de cabra y algunas veces de algodón. Era de color café oscuro de diferentes tonos y con tiras blancas perpendiculares, como abrigo contra el viento y la lluvia, y como cobertor por las noches. Era un cuadro más o menos común ver a un hombre andando en un día caluroso, llevando su pesada capa. Y si se le pregunta por qué la lleva, su contestación será, "Lo que resguarda del frío, resguarda también del calor".Los discípulos pusieron sus mantos sobre el asno para que Jesús lo montara, y la gente puso su manto en el piso para que alfombrara el camino por el que el Rey entraba a la ciudad.
La gente lo recibió y saludó como Hijo de David, es decir, como el Rey prometido, como el Mesías... pero no lo comprendieron. Las contradicciones estaban en el corazón de la gente. Ellos esperaban algo del Mesías que no se cumpliría. Es terrible cuando Dios o las personas no hacen lo que nosotros queremos, entonces los dejamos de lado y vamos por otra opción.
Pero debemos fijarnos bien en lo que estaba haciendo.
El profeta Zacarías había dicho:
“¡Alégrate mucho, hija de Sión! ¡Da voces de júbilo, hija de Jerusalén! Mira que tu Rey viene a ti, justo y salvador, pero humilde, cabalgando sobre un asno, sobre un pollino hijo de asna.” Zacarías 9:9.
Todo el impacto está en que el Rey venía trayendo paz.¿Por qué decimos esto?Veamos:
En Palestina, el asno era considerado un animal noble.Cuando un rey iba a la guerra, montaba un caballo, un corcel.Pero cuando iba en misión de paz, cabalgaba en un asno.
En nuestras culturas un burro es un animalito un poco despreciado o divertido, pero en los tiempos de Jesús era una montura de reyes.Pero debemos advertir la clase de Rey que Jesús proclamaba ser. Vino manso y humilde, pacíficamente y para traer la paz. Como sus seguidores nuestras acciones deben contribuir a la paz y unidad.
En esta historia veo un detalle que me emociona. Los discípulos amaban a Jesús. Hicieron todo exactamente como se les había dicho. Buscaron el burro y lo llevaron hasta donde estaba el Maestro, entonces, se sacaron su mantos y los pusieron sobre el burro y así Jesús lo pudo montar. Para un judío su manto era algo muy importante.
En tiempos de Jesús el vestido exterior que usaban los aldeanos era una larga capa o manto que serviría de abrigo. Se fabricaba de pelo de cabra y algunas veces de algodón. Era de color café oscuro de diferentes tonos y con tiras blancas perpendiculares, como abrigo contra el viento y la lluvia, y como cobertor por las noches. Era un cuadro más o menos común ver a un hombre andando en un día caluroso, llevando su pesada capa. Y si se le pregunta por qué la lleva, su contestación será, "Lo que resguarda del frío, resguarda también del calor".Los discípulos pusieron sus mantos sobre el asno para que Jesús lo montara, y la gente puso su manto en el piso para que alfombrara el camino por el que el Rey entraba a la ciudad.
La gente lo recibió y saludó como Hijo de David, es decir, como el Rey prometido, como el Mesías... pero no lo comprendieron. Las contradicciones estaban en el corazón de la gente. Ellos esperaban algo del Mesías que no se cumpliría. Es terrible cuando Dios o las personas no hacen lo que nosotros queremos, entonces los dejamos de lado y vamos por otra opción.
Fue hacia este tiempo cuando se escribió el poema hebreo que representa la clase de hijo de David que esperaban los judíos. Aquí tenemos su descripción: “Míralo, Señor, y promuéveles un rey, un hijo de David, - en el momento que tú elijas, oh Dios, para que reine en Israel tu siervo. Rodéale de fuerza, para quebrantar a los príncipes injustos, - para purificar a Jerusalén <<de los gentiles que la pisotean, destruyéndola, para expulsar con tu justa sabiduría a los pecadores de tu heredad, - para quebrar el orgullo del pecador como vaso de alfarero, para machacar con vara de hierro todo su ser, para aniquilar a las naciones impías con la palabra de su boca, para que ante su amenaza huyan los gentiles de su presencia - y para dejar culpables a los pecadores con el testimonio de sus corazones.” (Salmos de Salomón 17:21-25).
Tanto los que iban delante como los que iban detrás gritaban: «¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! ¡Bendito el reino venidero de nuestro padre David! ¡Hosanna en las alturas!»
Sin embargo, la alabanza que el pueblo pronunció sobre Jesús fue algo provisorio, por poco tiempo, efímero. Ellos le dieron la bienvenida como el resultado de su deseo de tener un libertador mesiánico, alguien que los llevaría a una rebelión en contra de Roma. Pensaron que quizás Jesús podría ser un gran libertador temporal para ellos. Estos fueron los que lo aplaudieron como rey con sus muchas alabanzas, reconociéndolo como el hijo de David, que venía en el nombre del Señor. Pero cuando Jesús no cumplió sus expectativas político-militares, la muchedumbre rápidamente se puso en contra de Él. En solo pocos días, sus hosannas cambiarían a gritos de "¡Crucifícalo!" (Lucas 23:20-21). Quienes lo aplaudieron como héroe, pronto lo rechazarían y abandonarían.Los que pusieron sus mantos sobre el burro lo abandonaron y los que pusieron sus mantos en el piso gritaron: “crucifícale!
La historia de la entrada triunfal está llena de contrastes, y esos contrastes tienen aplicaciones para los creyentes. Es la historia del rey que vino como un siervo humilde en un asno, no imponiéndose en un corcel, no en vestiduras reales, sino con la ropa del pueblo, de los humildes. Jesucristo no vino a conquistar por la fuerza como los reyes de la tierra, sino a conquistar con amor, servicio, paz, gracia, perdón, y su propio sacrificio en favor de todos. Su reino no es de ejércitos y de gloria de este mundo, sino de humildad y entrega. Él no conquista territorios, sino los corazones. Su mensaje es de paz con Dios, no de una paz momentánea. Si dejamos que Jesús haga una entrada triunfal en nuestros corazones, Él reina en nosotros en paz y amor. Como sus seguidores el mundo ve al verdadero Rey viviendo y reinando en nosotros.
Tanto los que iban delante como los que iban detrás gritaban: «¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! ¡Bendito el reino venidero de nuestro padre David! ¡Hosanna en las alturas!»
Sin embargo, la alabanza que el pueblo pronunció sobre Jesús fue algo provisorio, por poco tiempo, efímero. Ellos le dieron la bienvenida como el resultado de su deseo de tener un libertador mesiánico, alguien que los llevaría a una rebelión en contra de Roma. Pensaron que quizás Jesús podría ser un gran libertador temporal para ellos. Estos fueron los que lo aplaudieron como rey con sus muchas alabanzas, reconociéndolo como el hijo de David, que venía en el nombre del Señor. Pero cuando Jesús no cumplió sus expectativas político-militares, la muchedumbre rápidamente se puso en contra de Él. En solo pocos días, sus hosannas cambiarían a gritos de "¡Crucifícalo!" (Lucas 23:20-21). Quienes lo aplaudieron como héroe, pronto lo rechazarían y abandonarían.Los que pusieron sus mantos sobre el burro lo abandonaron y los que pusieron sus mantos en el piso gritaron: “crucifícale!
La historia de la entrada triunfal está llena de contrastes, y esos contrastes tienen aplicaciones para los creyentes. Es la historia del rey que vino como un siervo humilde en un asno, no imponiéndose en un corcel, no en vestiduras reales, sino con la ropa del pueblo, de los humildes. Jesucristo no vino a conquistar por la fuerza como los reyes de la tierra, sino a conquistar con amor, servicio, paz, gracia, perdón, y su propio sacrificio en favor de todos. Su reino no es de ejércitos y de gloria de este mundo, sino de humildad y entrega. Él no conquista territorios, sino los corazones. Su mensaje es de paz con Dios, no de una paz momentánea. Si dejamos que Jesús haga una entrada triunfal en nuestros corazones, Él reina en nosotros en paz y amor. Como sus seguidores el mundo ve al verdadero Rey viviendo y reinando en nosotros.