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Gracia Divina Minquadale

Dichos Fuertes de Jesus: la fe

Dichos Fuertes de Jesus: la fe

Prédica acerca de la fe que mueve montañas

Locations & Times

Gracia Divina Minquadale Church

220 Minquadale Blvd, New Castle, DE 19720, USA

Sunday 11:00 AM

Continuamos hoy la serie sobre los dichos fuertes de Jesús, que he venido desarrollando desde hace unas cuatro semanas. Para los discípulos, muchas cosas que Jesus dijo fueron difíciles de entender. Las vinieron a entender después de su muerte y resurrección. Hoy les hablo de dichos fuertes acerca de la fe.

La fe es un ingrediente esencial para la vida. No se necesita ser cristiano o cristiana para tener fe...

En los versículos que leímos, cuyo centro es el Evangelio de Mateo capítulo 17 y verso 20, el contexto es que los discípulos no pudieron echar fuera un demonio que poseía a un joven, cuyo padre les había traído. Entonces aquel padre lo trajo a Jesus, quien de inmediato echó fuera aquel demonio. Los discípulos le preguntaron al Señor la razón por la que ellos no habían podido echar fuera al demonio. Jesús les contesta, “Por la poca fe que tienen... Les aseguro que, si tuvieran fe tan pequeña como un grano de mostaza, podrían decirle a esta montaña: “Trasládate de aquí para allá”, y se trasladaría. Para ustedes nada sería imposible.” Ahí está el dicho fuerte. Es fuerte porque es una exageración. Literalmente está diciendo que la fe más pequeña puede mover lo imposible, como una montaña.

Hay muchos ejemplos en los evangelios de el énfasis que el Señor dió al tema de la fe. En Mateo 8, del 5 al 13, se narra de un centurión que se acercó a Jesús pidiendo acerca de su siervo que estaba muy enfermo. Ante esta petición, Jesús le dice, “Yo iré y le sanaré.” El centurión le contesta que él no es digno de que Jesús entre en su casa, que tan solo diga la palabra y su siervo sanaría. Jesús alaba la fe de aquel centurión y se admira de que su fe es inigualable en todo Israel. Entonces le dice, “¡Ve! Todo se hará tal como creiste. Y en esa misma hora aquel siervo quedó sano.” (Mt. 8.13).

En Mateo 9. 19-22, se narra de la mujer que desde su doce años no cesaba de tener hemorragia de sangre. Ella se acercó al Señor y creyó que si tan solo tocaba su manto, quedaría sana. “ 22 Jesús se dio vuelta, la vio y le dijo: —¡Ánimo, hija! Tu fe te ha sanado. Y la mujer quedó sana en aquel momento.”

En Mateo 18, versos 35-42 en adelante se narra del ciego de Jericó que al oir que Jesús pasaba cerca, clamó a gran voz, Hijo de David ten misericordia de mi. A pesar de que los discípulos de Jesús lo mandaron a callar para que no molestara al maestro, aquel ciego siguió clamando hasta que el Señor lo escuchó y le pregunto, qué quieres que yo haga. Que yo pueda ver, contestó el ciego. A esto Jesús dijo, Recibe la vista, tu fe te ha sanado. Al instante quedó sano.

En éstos relatos vemos que el Señor reconoce la fe del centurión, la fe de la mujer que tocó su manto y la fe del ciego de Jericó. A uno le dice, “todo se hará como creiste,” y a otros les dice, “ Tu fe te ha sanado.”

La fe, hermanas y hermanos, mueve la mano de Dios. ¿Podemos tener esa clase de fe? No tiene que ser una fe muy grande, de ahí la comparación con el grano de mostaza.

Miren, no es la primera vez que leemos acerca del Señor utilizando el grano de mostaza para una enseñanza. En el Evangelio de Mateo, capítulo 13.31-32, Jesús les contó la parábola del reino...

La semilla de mostaza es bien pequeña. Lo que está diciendo el Señor es que el reino de los cielos comienza no en grande sino en lo pequeño. Los discípulos eran un vivo ejemplo. Jesucristo caminó de norte a sur a Israel, enseñando primero a sus doce discípulos y luego a multitudes y su número de otros discípulos aumentó. Cuando fue al cielo, ya eran como 120 los que se reunieron en espera de la llegada del Espíritu Santo a sus vidas. Hoy día somos millones de personas que vivimos en su reino y esperamos su gloriosa venida. Algo que comenzó bien pequeño ahora es un reino incontable de gentes de todas lenguas y culturas alrededor del mundo.

Exactamente cuanta fe necesitamos para que sucedan las cosas que pedimos. Alguien dijo que no es la cantidad de fe que tu tengas sino la calidad de tu fe. No es la cantidad de fe, sino donde colocamos esa fe. Y si la ponemos en Dios, entonces no es vana. Entonces ha de haber resultados. Jacob, que es Israel, por esa fe que mueve montañas, peleo con el angel en Peniel (Génesis 32:22-31, nombrado Peniel, porque Jacob vió el rostro de Dios y no murió) y no lo soltó hasta que recibir la bendición). El centurión, la mujer de la hemorragia que no sanaba y el ciego de Jericó tuvieron esa fe que movió la montaña.

Miren estos énfasis acerca de la fe que mueve montañas,

1. Es una fe pequeña en un Dios grande.

2. Es una fe dirigida por el Espíritu. Romanos 8.26, “Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles.”

3. Es una fe de alguien que se atreve a subir a la montaña con Jesús. Miren, no es casualidad que el relato de Mateo se da en el mismo capítulo que narra la transfiguración del Senor ante tres discípulos: Pedro,Jacobo y Juan. Marcos 9.14-28,


Te invito a meditar sobre la fe y a potenciar tu fe colocándola cada día firmemente en Dios.




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