Iglesia Confraternidad de Rionegro

La historia de Nehemías, está llena de eventos gloriosos. Dios obrando de maneras maravillosas para cumplir su plan y traer restauración a su pueblo amado.

Nehemías llega a Jerusalén movido por un profundo deseo de ver la tierra de sus antepasados restaurada. Dios obró en su vida y através de su vida para hallar gracias delante del rey.

1. Dando ánimo al pueblo: Nehemías insta a los habitantes de Jerusalén a iniciar la obra de reconstrucción de las murallas para que ya no sigan en desgracia (vers. 17).

El pueblo había pasado muchas décadas viendo el mismo triste paisaje, día tras día.

¿Qué hizo que ninguno tomara la iniciativa de iniciar la obra de reconstrucción? Quizá el miedo que generaban sus enemigos (vers.19).

El hecho es que cualquiera fuera la razón, Dios había movido el corazón y la influencia de Nehemías para hacer su obra en medio de su pueblo.

2. Un testimonio de la grandeza de Dios: Al escuchar lo que Dios había hecho en favor de Nehemías (vers. 18), tuvieron el ánimo y las fuerzas para hacer la tarea que, quizá siempre quisieron hacer, pero nunca se habían atrevido.

3. Los enemigos: como en toda su historia del pueblo de Dios, hubo enemigos, hombres, pueblos o naciones que siempre intentaron someterlos o gobernarlos (vers. 19)

4. La convicción: Sin importar el nivel de los enemigos que tenía, su convicción en quién era Dios, quienes eran ellos mismos y la misión asignada, lograría ayudarles a vencer cualquier temor.

¿Cómo podemos aplicar esta historia de milagros y valor?

Vivimos en una sociedad con murallas derribadas y en completa desgracia, y al igual que en aquel tiempo, miramos la situación como algo normal que ya todo se ha vuelto parte del paisaje.

Al igual que en aquel tiempo, hoy necesitamos ser animados para levantarnos de nuestro adormecimiento y comenzar a reconstruir las murallas,especialmente en nuestro hogar.

¿Cómo levantamos murallas hoy?

1. Asumiendo nuestra responsabilidad: Vivimos una profunda crisis de paternidad, entregamos la formación de nuestros hijos en muchas personas, olvidando que somos nosotros, los padres, los verdaderos responsables de la vida presente y futura de nuestros hijos. Debemos asumir la responsabilidad que tenemos como esposos y esposas, pero también la responsabilidad que tenemos como hijos.

2. Levantar tiempos de oración: La palabra del Señor nos enseña y motiva a orar los unos por los otros, pero eso comienza por casa. Debemos enseñar a nuestros hijos la importancia de cultivar una relación personal en oración con Dios. Orar juntos les ayudará siempre a cultivar con bases sólidas esa relación.

3. Enseñar la palabra de Dios: La palabra de Dios es la única y verdadera palabra de Dios, ella nos enseña a vivir de acuerdo a la voluntad de Dios. Si queremos que nuestra familia y especialmente nuestro hijos, sean bendecidos, prósperos y felices, la palabra de Dios debe ser su más fuerte fundamento.

Hoy más que nunca necesitamos familias que estén dispuestas a levantarse y reconstruir muros, padres y madres edificadores de murallas.