RestauradaMuestra

Día 4: Mi familia, mi refugio

Versículo:

“Dios ubica a los solitarios en familias; pone en libertad a los cautivos y les da gozo"
— Salmo 68:6 (NTV).

Hay un tipo de amor que no hace ruido, pero sostiene más fuerte que cualquier palabra: el amor de familia.
En medio de los días confusos, cuando sentía que no podía seguir sola, fue en casa donde encontré un refugio silencioso que no siempre supe valorar.

Recuerdo una noche en particular. Mis hermanos y yo nos sentamos a cenar, y entre risas empezamos a recordar cosas simples de la casa, bromas que solo nosotros entendemos.
Fue un momento pequeño, cotidiano, pero sentí algo que hacía tiempo no sentía: ligereza, una sensación de que mi corazón podía descansar un poco.

Mis papás no viven con nosotros y suelen estar de viaje, aun así, su amor siempre se hace sentir. Mi mamá, pendiente desde la distancia, preguntando cómo estoy y preocupándose por los detalles más pequeños y mi papá, con esa voz firme y directa que a veces parece dura, pero que siempre transmite cuidado y protección, recordándome que estoy sostenida incluso a kilómetros de distancia.

Dios me habló en medio de esa cena sencilla, en la calma de la casa y en las risas compartidas, no con milagros espectaculares, sino con detalles cotidianos: la atención, la paciencia, el cuidado silencioso que me recordaba que no estoy sola, que siempre hay un lugar donde puedo descansar.

Aprendí que el hogar puede ser un altar, un espacio donde Dios se sienta a la mesa y me abraza a través de las personas que me aman, que incluso cuando no tenemos todo resuelto, el amor cotidiano de la familia refleja el amor de Dios, constante y fiel.

Hoy puedo ver que Dios me ha sostenido en lo simple, en lo cotidiano, en los gestos que no se hacen notar pero que construyen fuerza y esperanza.
Y gracias a eso, mi corazón ha aprendido a confiar de nuevo, a sentirse cuidado y amado, incluso en medio de los días difíciles.

Oración:
Señor, gracias por mi familia, por los abrazos que se sienten, aunque no estén presentes, por las risas que alivian el corazón y por la paciencia que me sostiene cuando me siento frágil. Bendice sus vidas, cuida sus caminos y enséñame a valorar cada gesto de amor que nos une, incluso a la distancia.
Haz de mi hogar un reflejo de tu presencia y tu cuidado constante.
Amén.

Verdad bíblica:
Dios usa a las familias para sanar, sostener y recordarte que no estás sola. Su amor se manifiesta en los gestos simples, en la paciencia y en la constancia de quienes te aman, aunque no vivan contigo.