Detrás del telón: servir con gracia en lo invisibleMuestra

Abrir el telón para que Él brille

Cuando llega el momento

Después de días de preparación, oraciones y esfuerzo, llega ese instante esperado: el telón está a punto de abrirse. Los que sirven detrás del escenario no saldrán ante el público, pero sienten cada nota, cada respiración, cada movimiento. Saben que su labor está a punto de florecer en algo hermoso que otros verán. No aparecerán en las fotos ni en los aplausos, pero sin ellos, el concierto no tendría inicio.

Jesús dijo que nuestra luz debía alumbrar delante de las personas para que a través de nuestras buenas acciones pudieran ver y glorificar a nuestro Padre. Esa luz no siempre se proyecta sobre nosotros; a veces brilla a través de nosotros. Servir detrás del telón es sostener la lámpara para que otros puedan reflejar Su gloria. No hay competencia en esa tarea, sino privilegio. No hay anonimato, sino propósito.

El gozo de no ser visto

En un mundo que mide el valor por la visibilidad, servir en lo secreto parece perder sentido. Pero en el reino de Dios, lo invisible es lo más valioso. Dios no necesita que subas al escenario para usarte; necesita que le entregues tu parte con amor, aun cuando nadie te vea.

Los que están detrás del telón saben que su papel no es menor: es sagrado. Son los guardianes del ambiente, los portadores del orden, los sembradores del silencio donde Dios se manifiesta. Cada cable acomodado, cada puerta abierta, cada sonrisa a tiempo, se convierte en un acto de adoración.

Cuando el telón se abre y las luces inundan el escenario, su corazón late distinto. Saben que su tarea ha cumplido su propósito. Y mientras otros brillan, ellos adoran en silencio. Brillar no siempre significa ser visto, sino permitir que la luz pase por ti.

Jesús vivió así. Antes de toda multitud, hubo desiertos; antes de cada milagro, momentos de oración solitaria. Él nos enseñó que la grandeza no está en ser aplaudido, sino en amar con constancia. Servir en lo oculto es caminar tras sus pasos.

Practica:

Hoy, antes de servir, toma un momento para decirle a Dios:

«Papá, no necesito salir al escenario. Me basta con saber que, mientras el telón se abre, tu luz brilla a través de mi servicio».

Recuerda que tu lugar no es secundario, sino esencial. Eres quien prepara el ambiente para la presencia de Dios. Y cada vez que cumples tu tarea con amor, el cielo te aplaude en silencio. Tu nombre quizá no se mencione, pero está grabado en Su corazón.

Después del servicio, cuando todo quede en calma, agradece. Observa el escenario vacío y di en tu interior: «Papá, todo esto fue para ti». Ese susurro vale más que cualquier reconocimiento humano.

Reflexiona:

¿Puedes encontrar gozo en servir sin ser visto, confiando en que Dios recibe tu entrega aunque nadie más la note?

Ora:

Papá, gracias por permitirme estar detrás del telón. Que cada cosa que haga sea una invitación para que otros te vean a ti. No quiero ocupar el centro, sino preparar el camino. Que mi servicio sea mi adoración, y que, cuando se abra el telón, todo el brillo sea tuyo. Amén.