Detrás del telón: servir con gracia en lo invisibleMuestra

Detrás del telón: el lugar donde todo comienza
El inicio que nadie ve
Antes de que el público entre y las luces se enciendan, hay un espacio silencioso donde todo cobra sentido. Ahí, detrás del telón, se revisan detalles, se hacen ajustes y se respira profundo. Nadie aplaude en ese momento, pero es justo ahí donde empieza la verdadera adoración. Detrás del telón es donde los servidores se convierten en instrumentos; donde lo que se hace con amor, aunque nadie lo vea, empieza a resonar en el corazón de Dios.
Jesús dijo que el Padre ve en lo secreto. No lo dijo para asustarnos, sino para consolarnos. Nos recordó que hay un Dios que nota los gestos que otros pasan por alto: la sonrisa de bienvenida, el cable que alguien acomodó sin que se lo pidieran, la oración susurrada antes de abrir la puerta. Cada acto, cada detalle, es parte de la melodía que prepara el escenario para Su gloria.
Detrás del telón también hay momentos de cansancio, nervios o duda. A veces el corazón late con la presión del tiempo o el miedo a que algo salga mal. Pero aun ahí, en ese silencio previo, Dios nos invita a recordar que su presencia es la razón de todo. No servimos para que el público se emocione, sino para que el cielo se conmueva.
Servir en lo secreto
En el escenario de la vida —y especialmente en un concierto— hay quienes brillan bajo los reflectores y quienes sostienen la escena desde la sombra. Pero en el reino de Dios, el brillo no se mide por la visibilidad, sino por la fidelidad. Detrás del telón no hay competencia, sino propósito. No hay público, pero sí Su presencia.
Cuando Samuel fue a ungir a un nuevo rey, vio a los hijos de Isaí y pensó que el más fuerte debía ser el elegido. Pero Dios le recordó que el ser humano ve lo que está delante de sus ojos, pero el Señor mira el corazón. Lo mismo sucede aquí: no es la posición, el micrófono o la cámara lo que nos define, sino el corazón con el que servimos.
Servir detrás del telón es aceptar el llamado a preparar el camino para que otros vean a Jesús. Es elegir la humildad sobre el protagonismo, la excelencia sobre la prisa, la oración sobre la preocupación. Es amar sin reconocimiento, sabiendo que cada movimiento invisible forma parte de una obra eterna.
Practica:
Antes de iniciar tu próxima tarea, detente un momento. No pienses aún en el resultado, sino en la razón. Ora en silencio y dile al Señor:
«Aquí estoy, en lo secreto, donde todo comienza. Usa mis manos, mis pasos y mis palabras para preparar el camino para ti».
Luego, mientras estés sirviendo, busca hacerlo con la consciencia de que estás en un acto de adoración. Cada paso, cada sonrisa, cada ajuste, puede ser una nota en la sinfonía de Su gloria. Y cuando termines, aunque nadie lo note, dale gracias por haberte permitido ser parte de su obra invisible.
Reflexiona:
¿Qué partes de tu servicio Dios te está invitando a hacer en secreto, confiando en que Él las ve, aunque nadie más las note?
Ora:
Papá, gracias por recordarme que detrás del telón también estás tú. Enséñame a servirte en lo pequeño, con la misma devoción que pondría en lo grande. Que mi corazón sea el primer escenario donde se encienda tu luz, y que cada cosa que haga —vista o no— te honre y te revele. Amén.
Escrituras
Acerca de este Plan

Detrás del telón ocurren cosas que el público nunca ve: manos que preparan, corazones que oran, miradas que sirven con amor. Este devocional busca recordarnos que el servicio más puro sucede en lo oculto, donde no hay reflectores, pero sí propósito. Cada gesto, detalle y oración silenciosa forma parte de la obra que Dios revela al mundo para Su gloria. Inspirado en el grupos de voluntarios durante la preparación para el concierto de Adorarte Sinfónico, edición 2025.
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Nos gustaría agradecer a Denisse Esparza por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: www.instagram.com/deniiesp
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