Detrás del telón: servir con gracia en lo invisibleMuestra

Confiar en el Director aunque no veas el guion completo

Cuando el plan no se revela completo

Detrás del telón, cada persona tiene su indicación: cuándo entrar, dónde colocarse, cuándo mover algo o sostener en silencio. Nadie ve todo el guion, pero cada uno confía en la voz del director. Él sabe cuándo las luces deben encenderse, cuándo el silencio debe permanecer y cuándo el sonido debe llenar el espacio.

Así también ocurre en la vida. Servimos, ensayamos, preparamos… pero hay partes del plan que no entendemos. A veces sentimos que las cosas no avanzan o que nuestros esfuerzos pasan desapercibidos. Sin embargo, el Director celestial no se ha olvidado de nosotros. Él ve el cuadro completo mientras nosotros vemos solo un fragmento.

Confiar en Dios cuando no entendemos el proceso es una de las expresiones más profundas de fe. No se trata de saber qué viene, sino de creer que quien dirige no se equivoca.

La dirección invisible

Proverbios nos invita a confiar en el Señor con todo el corazón y a no apoyarnos en nuestro propio entendimiento. Eso es lo que hacen los buenos músicos: confían en la batuta, no en su impulso. Siguen el ritmo que marca quien está frente a ellos, porque saben que el director escucha todo lo que ellos no alcanzan a oír.

Hay momentos en los que Dios guarda silencio, pero incluso ese silencio tiene compás. Puede parecer una pausa, pero en realidad es parte de la melodía. En esos tiempos, la obediencia es la nota más hermosa que podemos tocar.

Abraham no conocía el final de la historia, solo una promesa. Moisés no entendía cada paso, pero siguió la nube. María no comprendió el plan completo, pero respondió: «Hágase conmigo conforme a tu palabra». Todos confiaron sin ver el guion entero, porque sabían quién lo escribía.

Confiar en el Director no significa pasividad, sino obediencia activa. Es seguir sirviendo, seguir afinando, seguir esperando con fe aunque no tengamos todas las respuestas.

Practica:

Antes de iniciar tu día o tu servicio, haz un pequeño ejercicio: respira profundo y di en silencio:

«Papá, aunque no vea el plan completo, confío en ti. Dirige mis pasos y enséñame a seguir tu ritmo».

Luego, mientras realices tus tareas, imagina que cada cosa que haces es una nota dentro de una gran sinfonía que Dios está componiendo. Aunque no escuches toda la melodía, tu parte es esencial para que la obra suene como debe.

Cuando algo no salga como esperabas, en lugar de frustrarte, recuerda que tal vez el Director cambió el compás. Él nunca improvisa; simplemente ve más allá de lo que tú ves.

Reflexiona:

¿Qué área de tu vida o servicio necesita más confianza en la dirección de Dios, incluso si no comprendes todavía el propósito?

Ora:

Papá, gracias por ser el Director que nunca pierde el control. Enséñame a confiar en ti cuando no entiendo el ritmo ni el orden. Ayúdame a servir sin ansiedad, sabiendo que tú orquestas cada detalle. Que mi corazón siga tu compás y que mi vida sea una nota afinada en tu perfecta melodía. Amén.