¿Estás en pijama o vestido con la armadura de Dios?Muestra

Yelmo (casco) de la salvación

“Y tomad el yelmo de la salvación” (Efesios 6:17, RVR1960). El yelmo es un componente esencial de la armadura. Su función es resguardar el órgano más vital de nuestro cuerpo y el más relevante dado que, en nuestra cabeza, se encuentra nuestro cerebro y el 90% de nuestros sentidos (visión, audición, olor y sabor). Así pues, si este órgano sufre daños, existe el peligro de fallecer o perder uno de nuestros sentidos.

En el ámbito espiritual, el yelmo representa la salvación. Sin embargo, ¿de qué nos salvará? Nos protegerá de dos elementos: la muerte espiritual y el castigo eterno.

El pecado es un factor que nos distancia de Dios (Isaías 59:2); por ende, causa nuestra muerte a las cosas buenas, tal como Pablo afirmó: “¿Luego lo que es bueno vino a ser muerte para mí? De ninguna manera, sino que el pecado, para mostrarse pecado, produjo en mí la muerte por medio de lo que es bueno, a fin de que por el mandamiento el pecado llegase a ser sobremanera pecaminoso” (Romanos 7:13, RVR1960). Y cuando hay pecado en nuestra vida, Dios nos condena al castigo eterno (Lucas 12:5). Es en este punto donde es crucial llevar el casco de la salvación, pero ¿cómo podemos llevarlo? Para ser salvos, necesitamos confesar nuestros pecados y aceptar a Jesús como nuestro Señor y Salvador (1 Juan 1:9 y Romanos 10:9).

Así que, es necesario arrepentirnos de corazón de nuestros pecados para ser salvos, porque arrepentirse no es decirlo, sino dejar de hacer esa costumbre que nos hace pecar (Proverbios 28:13). Con esta acción, te estás poniendo el yelmo de la salvación.