Ley en Mis MiembrosMuestra

La Calidad del Tiempo
El desarrollo espiritual no se mide por la cantidad de actividades que realizamos para Dios, sino por la calidad del tiempo que pasamos con Él. En nuestra naturaleza humana habita una constante tensión: el deseo de la carne que nos arrastra hacia lo terrenal y la voz del Espíritu que nos impulsa hacia lo divino. Es una lucha continua entre la imagen que el mundo quiere formar en nosotros y la imagen que la presencia de Dios desea restaurar en nuestro interior.
El proceso de transformación espiritual requiere tiempo, pero no cualquier tipo de tiempo. Necesita tiempo de calidad. No se trata de cuántas horas oramos, sino de cuánta profundidad hay en nuestro encuentro con Dios. Lo que el cielo valora no es la rutina, sino la intimidad. Daniel comprendía este principio. "Entonces respondieron y dijeron delante del rey: Daniel, que es de los hijos de los cautivos de Judá, no te respeta a ti, oh rey, ni acata el edicto que confirmaste, sino que tres veces al día hace su petición." DANIEL 6:13 RVR1960
Este versículo revela un detalle poderoso: la constancia y la calidad de la comunión de Daniel con Dios. Sus enemigos lo observaron detenidamente, buscando alguna falta moral o error administrativo, pero no hallaron nada reprochable. Su única “debilidad” era su devoción. Daniel tenía un tiempo apartado, un espacio sagrado tres veces al día, donde se arrodillaba ante un Dios invisible, confiando plenamente en que esa relación era más real que cualquier decreto humano.
Cuando el rey Darío firmó la orden que prohibía consultar a cualquier otro dios o autoridad, Daniel no cambió su rutina espiritual. No se escondió ni disimuló. "Cuando Daniel supo que el edicto había sido firmado, entró en su casa, y abiertas las ventanas de su cámara que daban hacia Jerusalén, se arrodillaba tres veces al día, y oraba y daba gracias delante de su Dios, como lo solía hacer antes." DANIEL 6:10 RVR1960. Esa frase —“como lo solía hacer antes”— refleja una vida coherente, disciplinada, guiada por un hábito santo. No era religiosidad, era intimidad. Daniel no oraba para ser visto por los hombres, sino para mantenerse conectado a la fuente de su fuerza.
Lo que siguió fue una de las mayores demostraciones del poder divino en la historia: los leones no pudieron tocar a Daniel. El ángel del Señor cerró sus bocas. La calidad del tiempo que Daniel cultivó con Dios generó una atmósfera de protección que trascendió las leyes naturales. Esa comunión constante edificó una fe que venció el miedo, el sistema político y las maquinaciones humanas.
Dios no busca cantidad de creyentes haciendo cosas, sino calidad de hijos siendo transformados. El desarrollo moral y espiritual depende del tipo de tiempo que ofrecemos a Dios. Si le damos los restos de nuestro día, solo recibiremos migajas de revelación. Pero si le damos lo mejor —lo más consciente, lo más profundo— Él nos dará Su presencia en plenitud.
El apóstol Pablo dijo: "Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y estos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis." GÁLATAS 5:17 RVR1960. Por eso, la calidad del tiempo con Dios es una decisión que vence la distracción. Mientras más tiempo pasamos en Su presencia, menos autoridad tienen los impulsos de la carne. La calidad del tiempo con Dios define la calidad de nuestras decisiones, de nuestras relaciones y de nuestro carácter.
A través de la historia, los poderosos, los sabios y los influyentes han sido testigos de un principio que no cambia: Dios sigue siendo Dios. Los diseños del cielo no se actualizan con la tecnología ni se adaptan a la cultura; siguen siendo eternos. Jesús, al igual que Daniel, vivió con la conciencia de que su tiempo con el Padre definía cada paso en la tierra. Por eso fue exaltado sobre todo nombre, porque su comunión con el Padre fue perfecta, continua y de calidad.
Así también, cuando nuestra naturaleza humana se somete al Espíritu, la ley de los miembros pierde su poder. En Cristo, podemos vivir por encima de los impulsos del alma y de la carne, desarrollando una voluntad firme que refleja la imagen del Hijo de Dios.
Pregunta para Reflexionar
¿Estoy dedicando a Dios un tiempo de calidad que transforme mi espíritu, o solo un tiempo de cantidad que tranquiliza mi conciencia?
Oración final
Señor, enséñame el valor del tiempo de calidad en Tu presencia. Ayúdame a detener el ruido del mundo y a abrir mi corazón para escucharte. Que mi espíritu se alinee contigo y que mi carne sea sometida a Tu voluntad. Así como Daniel permaneció fiel, hazme firme en mi comunión contigo, constante en la oración y sensible a Tu voz. Que cada momento contigo sea un encuentro que renueve mi mente, fortalezca mi voluntad y afirme mi fe. En el nombre de Jesús, amén.
Este Plan Bíblico está basado en el libro "BRONZE" - Cambiando La Manera De Hacer & Lograr". Si te gustaría leerlo, encuéntralo aquí:https://willingtonortiz.org/libros/
Escrituras
Acerca de este Plan

Ley en Mis Miembros, revela la lucha interna que todo ser humano enfrenta entre su naturaleza espiritual y su naturaleza humana. A través de poderosas lecciones y ejemplos bíblicos, este plan te llevará a comprender cómo opera la “ley en tus miembros” y cómo vencer las inclinaciones que intentan sabotear tu propósito. Aprenderás a vivir guiado por el Espíritu, desarrollando dominio propio, voluntad firme y obediencia consciente, para que tu cuerpo, mente y espíritu actúen en armonía con la voluntad de Dios.
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Nos gustaría agradecer a Willington Ortiz por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: willingtonortiz.org
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