Ley en Mis MiembrosMuestra

Desarrollo moral
Cuando el apóstol Pablo declara: "Y yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien; porque el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo." ROMANOS 7:18 RVR1960, nos revela una verdad que muchas veces preferimos ignorar: en nuestra naturaleza humana no habita el bien. Sin embargo, añade algo que cambia la perspectiva: “el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo”. ¿Qué significa esto? Que, aunque en la carne no hay bondad, el bien sí está en nosotros, pero en otro nivel: en el espíritu.
Recordemos que el ser humano es tripartito, es decir, está compuesto de espíritu, alma y cuerpo. Nuestro espíritu es la lámpara de Dios, el punto más elevado de nuestra existencia y el lugar donde Dios establece Su ley. El alma —donde habitan los pensamientos, emociones y voluntad— actúa como un puente entre el espíritu y el cuerpo. Y el cuerpo, con sus miembros, es el vehículo que ejecuta las decisiones del alma.
Ahora bien, el problema surge cuando el orden divino se invierte. Cuando el cuerpo y sus deseos gobiernan el alma, y el alma deja de ser guiada por el espíritu. Entonces, el ser humano cae bajo una ley contraria a la de Dios: la ley del pecado en los miembros. Es ahí donde el diablo encuentra su oportunidad para manipular y controlar, utilizando nuestra propia naturaleza humana como su instrumento.
El enemigo sabe que no puede tocar el espíritu nacido de nuevo, pero sí puede intentar debilitar su influencia, apelando a los deseos y pasiones del cuerpo. Por eso, su estrategia es siempre la misma: interrumpir la comunión del espíritu con Dios. Una vez lograda esa desconexión, el alma queda vulnerable, y el cuerpo domina.
Jesús, nuestro modelo perfecto. "Y Jesús crecía en sabiduría y en estatura, y en gracia para con Dios y los hombres." SAN LUCAS 2:52 RVR1960. Aquí encontramos las cuatro áreas esenciales del desarrollo humano:
- Desarrollo físico, que tiene que ver con el crecimiento corporal.
- Desarrollo cognitivo o intelectual, que abarca la capacidad de pensar y razonar.
- Desarrollo social, que se refleja en cómo nos relacionamos con los demás.
- Desarrollo moral, el cual está directamente conectado con nuestro espíritu y determina nuestra conducta según los principios del Reino.
El gran problema es que la humanidad ha cuidado con esmero las tres primeras áreas, pero ha descuidado casi por completo el desarrollo moral. Las escuelas enseñan conocimiento, la sociedad estimula lo social, el cuerpo se entrena físicamente, pero el espíritu —la fuente de la verdadera moralidad— permanece ignorado, sin alimento ni dirección.
El desarrollo moral no es una cuestión de costumbres, tradiciones o creencias humanas; es el reflejo del crecimiento espiritual. Solo el Espíritu de Dios puede formar en nosotros un carácter moral verdadero. Cualquier intento de ser moral sin la guía del Espíritu Santo es un esfuerzo estéril, porque la moralidad humana sin Dios se convierte en apariencia o en orgullo disfrazado de virtud.
Por eso Pablo enseña: "Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne." GÁLATAS 5:16 RVR1960
Aquí está el secreto del desarrollo moral: vivir guiados por el Espíritu Santo. Solo Él puede disciplinar los pensamientos, purificar los deseos, sanar las emociones y alinear la voluntad con la de Dios. Cuando el Espíritu Santo gobierna, las obras de la carne comienzan a perder fuerza y el fruto del Espíritu empieza a manifestarse: amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y templanza.
Cada uno de nosotros está llamado a permitir que el Espíritu de Dios desarrolle nuestro interior. No basta con tener conocimiento bíblico o una apariencia piadosa; necesitamos transformación interna. Nuestro desarrollo moral dependerá de cuánto permitamos que el Espíritu gobierne sobre la carne.
La presencia de Dios es el entorno donde el espíritu humano crece, madura y se fortalece. Allí se da el verdadero desarrollo moral: cuando lo natural se somete a lo espiritual y el carácter de Cristo se forma en nosotros.
Pregunta para Reflexionar
¿Estás permitiendo que el Espíritu Santo forme en ti el carácter de Cristo, o estás dejando que tus pensamientos, emociones y deseos dirijan tu conducta?
Oración
Padre amado, reconozco que en mi naturaleza humana no mora el bien, pero en mi espíritu habita Tu luz. Hoy decido rendir mi alma y mi cuerpo a la dirección de Tu Espíritu Santo. Enséñame a crecer en sabiduría, en gracia y en verdadera moralidad. Que mi carácter refleje el corazón de Jesús y que cada día mi espíritu gobierne sobre mi carne. Fortaléceme para vivir en santidad y dame discernimiento para resistir la manipulación del mal. En el nombre poderoso de Jesús, amén.
Escrituras
Acerca de este Plan

Ley en Mis Miembros, revela la lucha interna que todo ser humano enfrenta entre su naturaleza espiritual y su naturaleza humana. A través de poderosas lecciones y ejemplos bíblicos, este plan te llevará a comprender cómo opera la “ley en tus miembros” y cómo vencer las inclinaciones que intentan sabotear tu propósito. Aprenderás a vivir guiado por el Espíritu, desarrollando dominio propio, voluntad firme y obediencia consciente, para que tu cuerpo, mente y espíritu actúen en armonía con la voluntad de Dios.
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Nos gustaría agradecer a Willington Ortiz por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: willingtonortiz.org
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