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Ley en Mis Miembros

DÍA 4 DE 6

Infracción de la Ley

Moisés, a la edad de cuarenta años, había alcanzado un aparente éxito en todas las áreas de desarrollo humano: física, intelectual, moral y social. Educado en toda la ciencia de los egipcios, era un hombre preparado, pero aún no procesado por Dios. El relato de Éxodo nos revela un suceso que cambiaría el curso de su vida: "En aquellos días sucedió que crecido ya Moisés, salió a sus hermanos, y los vio en sus duras tareas, y observó a un egipcio que golpeaba a uno de los hebreos, sus hermanos. Entonces miró a todas partes, y viendo que no parecía nadie, mató al egipcio y lo escondió en la arena. Al día siguiente salió y vio a dos hebreos que reñían; entonces dijo al que maltrataba al otro: ¿Por qué golpeas a tu prójimo? Y él respondió: ¿Quién te ha puesto a ti por príncipe y juez sobre nosotros? ¿Piensas matarme como mataste al egipcio? Entonces Moisés tuvo miedo, y dijo: Ciertamente esto ha sido descubierto. Oyendo Faraón acerca de este hecho, procuró matar a Moisés; pero Moisés huyó de delante de Faraón, y habitó en la tierra de Madián." ÉXODO 2:11-15 RVR1960

Este episodio muestra cómo Moisés, impulsado por un sentido de justicia natural, terminó violando la ley de sus miembros. Aunque su intención inicial era defender a un oprimido, su reacción carnal lo llevó a transgredir una ley espiritual establecida dentro de sí. El acto de “mirar a todas partes” refleja la conciencia de que algo estaba mal. Sin embargo, su naturaleza humana, no gobernada aún por el Espíritu, lo llevó a actuar conforme al impulso, no conforme al propósito.

El hombre puede tener buena educación, posición, e incluso moral, pero si su naturaleza no ha sido sometida a la ley del Espíritu, tarde o temprano infringirá la ley de sus miembros. Lo que comenzó como un impulso de justicia terminó en un acto de violencia. Moisés, al igual que Adán y Eva, cayó en la trampa de usar los miembros de su cuerpo —sus ojos, sus manos, su mente— para ejecutar una acción que Dios no aprobaba.

Cuando fue descubierto, el temor lo dominó. El texto dice: “Moisés tuvo miedo y huyó”. Cada vez que el ser humano viola la ley de sus miembros, el miedo se convierte en la consecuencia inmediata. Huye de sí mismo, huye del propósito, huye del diseño divino. Moisés se refugia en Madián, dejando atrás su posición, su influencia y su sueño. Pero aunque él había desistido, Dios no desistió de él.

Cuarenta años después, el hombre que huyó de Egipto se había convertido en pastor de ovejas, en un lugar desértico y silencioso. Allí, lejos del bullicio, Dios inició su tratamiento. Fue en Horeb, el monte de Dios, donde la zarza ardía sin consumirse. Moisés, curioso, decide acercarse, y allí sucede algo maravilloso: "Viendo Jehová que él iba a ver, lo llamó Dios de en medio de la zarza, y dijo: ¡Moisés, Moisés! Y él respondió: Heme aquí." ÉXODO 3:4 RVR1960.

La escena representa el momento en que Dios interviene para limitar una nueva infracción. Antes de que Moisés se acerque demasiado, el Señor le pone un “límite de amor”: "Y dijo: No te acerques; quita tu calzado de tus pies, porque el lugar en que tú estás, tierra santa es." ÉXODO 3:5 RVR1960

Este límite no fue una prohibición para alejarlo, sino una protección para preservarlo. El Dios que había visto a Moisés infringir la ley en Egipto, ahora le enseñaba que no todo lo que se ve se toca, ni todo lo que se siente se ejecuta. Era el comienzo de un nuevo aprendizaje: la obediencia espiritual.

Así es con nosotros. Cuando violamos la ley de nuestros miembros —ya sea con pensamientos, palabras o acciones— nos salimos del límite de amor que Dios ha establecido para protegernos. Sin embargo, Su gracia se manifiesta una y otra vez para detenernos antes de destruirnos completamente.

Cada vez que el Espíritu Santo nos corrige, no lo hace para condenarnos, sino para recordarnos que el verdadero desarrollo no es físico ni intelectual, sino espiritual. Moisés tardó ochenta años en comprender que el éxito humano sin dominio espiritual termina en fracaso moral. Dios esperó el momento justo para transformarlo en un instrumento de Su voluntad.

Pregunta para reflexionar

¿En qué áreas de tu vida has notado que tus “miembros” —tu mente, tus palabras, tus emociones o tus decisiones— han actuado fuera de la ley del Espíritu, y qué límites de amor está poniendo Dios hoy para detenerte?

Oración

Padre amado, reconozco que muchas veces he violado la ley de mis miembros al actuar conforme a mi naturaleza humana y no conforme a Tu Espíritu. Perdóname por los momentos en que mis impulsos me han hecho perder el rumbo. Gracias porque, aun en mis caídas, Tú estableces límites de amor para protegerme y redirigirme hacia Tu propósito. Quita de mí el deseo de hacer justicia a mi manera y enséñame a esperar en Tu dirección. Que mi cuerpo, mi mente y mi corazón sean gobernados por Tu Espíritu. En el nombre de Jesús, amén.

Acerca de este Plan

Ley en Mis Miembros

Ley en Mis Miembros, revela la lucha interna que todo ser humano enfrenta entre su naturaleza espiritual y su naturaleza humana. A través de poderosas lecciones y ejemplos bíblicos, este plan te llevará a comprender cómo opera la “ley en tus miembros” y cómo vencer las inclinaciones que intentan sabotear tu propósito. Aprenderás a vivir guiado por el Espíritu, desarrollando dominio propio, voluntad firme y obediencia consciente, para que tu cuerpo, mente y espíritu actúen en armonía con la voluntad de Dios.

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Nos gustaría agradecer a Willington Ortiz por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: willingtonortiz.org