Atesorando Sabiduría - La fortuna de escuchar a DiosMuestra

Verdad

En este salmo, el autor, Etán, comienza celebrando el pacto incondicional de Dios con David, una promesa de que su descendencia y su trono serían establecidos para siempre. El salmista recuerda la promesa eterna de Dios a David, pero la contrasta con la aparente derrota del pueblo. Esta tensión apunta proféticamente a Cristo, el Hijo de David, quien, aunque fue rechazado y crucificado (la aparente derrota), fue exaltado por Dios como el Rey Eterno, cumpliendo perfectamente el pacto.

Equipamiento

Este salmo nos equipa para confiar en las promesas de Dios, no en nuestras circunstancias. Nos forma para entender que la fidelidad de Dios no cambia, aun cuando todo a nuestro alrededor parezca indicar lo contrario. Aprendemos a aferrarnos a sus pactos y promesas en tiempos de oscuridad, sabiendo que su amor es eterno y que Él siempre cumple su palabra.

Al Corazón

Cuando experimento una prueba difícil, ¿la interpreto a la luz de las promesas eternas de Dios, o permito que las circunstancias me llenen de duda?

¿Mi confianza descansa verdaderamente en la fidelidad inquebrantable del Señor, o en que las cosas salgan como yo espero?

Misión

Proclamar la fidelidad de Dios es fácil en la bendición, pero es un poderoso acto de fe en la dificultad. Hoy, tu misión es vivir con esa esperanza activa. Únete al salmista y declara con fe: “Cantaré eternamente las misericordias del Señor”. Comparte una promesa de Dios con alguien que esté desanimado, siendo un recordatorio viviente de que servimos a un Dios que nunca falla.