Atesorando Sabiduría - La fortuna de escuchar a DiosMuestra

Verdad

Estos dos salmos finales son el “gran crescendo” del Salterio, una explosión de alabanza gozosa y sin reservas. El Salmo 149 invita al pueblo de Dios a cantar un “cántico nuevo”, celebrando la victoria que Él otorga a sus santos. El Salmo 150 es el gran final, respondiendo a las preguntas de dónde, por qué y cómo alabar: alabad a Dios en su santuario, por sus proezas y con todo tipo de instrumentos. La conclusión resume toda la Biblia: “Todo lo que respira alabe a Jehová. Aleluya”.

Equipamiento

¡Qué recordatorio tan poderoso! Estos salmos nos equipan para entender nuestro propósito más profundo: alabar a Dios con todo nuestro ser. Nos animan a usar nuestra voz, nuestro cuerpo y cada habilidad que Él nos ha dado para expresar agradecimiento. Nos enseñan que la alabanza no es solo un “calentamiento” antes de lo “serio”… ¡Es el corazón mismo de nuestra fe! Fuimos creados y salvados para esto: para reflejar Su gloria con todo lo que somos.

Al corazón

¿Con qué frecuencia permito que mi vida sea un acto de alabanza a Dios, más allá de las canciones o momentos especiales?

¿Estoy dispuesto a reconocer su justicia y poder incluso en situaciones difíciles o desafiantes?

Misión

Hoy, te invitamos a cerrar este plan poniendo en práctica el Salmo 150: “Todo lo que respira alabe al Señor”. Agradece a Dios por Su Palabra, Su sabiduría y Su obra en tu vida. Que tu vida sea una verdadera expresión de alabanza y adoración hacia Él.