El conflicto espiritual (Primera parte)

La lectura de hoy es la Sección 12 del Pacto de Lausana: El conflicto espiritual. Lea la Sección 12 completa aquí.

Creemos que estamos involucrados en una constante guerra espiritual con los principados y potestades del mal que tratan de derribar a la iglesia y frustrar su tarea de evangelización del mundo. Conocemos nuestra necesidad de equiparnos con la armadura de Dios y pelear esta batalla con las armas espirituales de la verdad y la oración. Porque detectamos la actividad de nuestro enemigo, no solo en las falsas ideologías afuera de la Iglesia, sino también dentro de ella, con evangelios falsos que tergiversan las Escrituras y colocan a personas en el lugar de Dios. Necesitamos tanto vigilancia como discernimiento para salvaguardar el evangelio bíblico.

El Pacto nos recuerda que la iglesia debe esperar una oposición feroz. Jesús advirtió que el mundo odiaría a sus seguidores (Juan 15:18) a causa del maligno, «el gobernante de este mundo» (Juan 16:11). Sin embargo, prometió que ni siquiera las puertas del infierno podrían vencer a su iglesia (Mateo 16:18). Está segura en la mano soberana de Dios (Hechos 4:24-28).

Pero enfrentamos una batalla tanto humana como espiritual (2 Corintios 10:3-5). Nuestros verdaderos enemigos son las «huestes espirituales de maldad» que buscan detener el avance del evangelio (2 Corintios 4:3-4). No podemos combatirlos con nuestras propias fuerzas; necesitamos la armadura de Dios (Efesios 6:10-18), especialmente las armas espirituales de la verdad y la oración.

Pero podemos reconocer la actividad del enemigo porque, aunque es invisible, sus tácticas no lo son (2 Corintios 2:11). Las Escrituras, la historia y la experiencia demuestran que sus principales armas son el error, la mundanalidad y la persecución.

1. Error

El diablo es «mentiroso y padre de mentira» (Juan 8:44). Se opone a la verdad y trabaja para engañarnos, llevándonos al error, tanto fuera de la Iglesia mediante ideologías y religiones falsas (1 Juan 2:18-26; 4:1-3) como dentro de ella mediante enseñanzas distorsionadas.

Los evangelios falsos tergiversan las Escrituras (2 Pedro 3:15-16), colocando sus ideas por encima de la Palabra de Dios. La verdadera religión se caracteriza por la reverencia a Dios (1 Timoteo 4:7; Tito 1:1). Una prueba clave para cualquier enseñanza es si exalta a Dios o eleva a la humanidad en su lugar.

Necesitamos «estar alerta y firmes» (1 Corintios 16:13) y «probar los espíritus para ver si son de Dios» (1 Juan 4:1). Jesús y los apóstoles advirtieron con frecuencia sobre los falsos maestros (Mateo 7:15-20; Hechos 20:29-31). Debemos estar siempre en guardia.

Reflexión:

¿Qué tan vigilante es usted en oración por la protección de la iglesia y el avance del verdadero evangelio?

Oración:

Padre, hazme firme en la oración, protege a tu iglesia y empodera su misión.