Una Nueva Humanidad: La Misión en EfesiosMuestra

Día 5: Efesios 5:1–33 (NTV)
A veces pensamos en la misión exclusivamente como evangelismo, es decir, como la proclamación verbal del evangelio. Pero este pasaje enfatiza fuertemente que estas buenas nuevas tienen que vivirse. Nuestras vidas deben ser un testimonio diario del poder transformador del evangelio si queremos que el mensaje sea escuchado. Es por eso que Pablo abre este capítulo diciendo, “Por lo tanto”; es decir, a la luz de todo lo que él acaba de compartir, sean imitadores de Dios (v. 1). Esta exhortación gobierna todo lo que Pablo quiere decirnos en Efesios 5.
El evangelio se concentra en la muerte de Cristo en la cruz por nuestros pecados. Pablo nos llama a todos a que “andemos” (nos comportemos) en amor de la misma manera que Cristo, en su amor, “se ofreció a sí mismo como sacrificio por nosotros, como aroma agradable a Dios” (v. 2, NTV; véanse también los vs. 8, 15). Después, en este mismo capítulo, Pablo extiende este mismo llamado a los esposos: “Ame cada uno a su esposa tal como Cristo amó a la iglesia” (v. 25). ¡Qué pensamiento tan increíble! No solo nuestras palabras, sino también nuestras acciones pueden testificar a la muerte de Cristo en amor por nosotros. Nuestra vida puede ser un testimonio vivo del mismo mensaje que buscamos llevar al mundo.
Jesús, quien es la luz del mundo (Juan 8:12; 9:5), nos llamó a ser también la luz del mundo (Mat. 5:14–16). Somos luz en el Señor (Efes. 5:8) y por eso tenemos que producir el fruto de la luz en todo lo que es justo, verdadero y agradable ante el Señor (vs. 9–10)—en nuestro hablar y nuestra conducta (vs. 3–5). No podemos ser socios de los que andan en tinieblas (vs. 7, 11), sino que tenemos que exponer esa oscuridad a la luz de Cristo (vs. 13–14). Esto da testimonio al mundo de que hemos sido transformados de tinieblas en luz (v. 7), o, para decirlo de otra manera, que ya no somos hijos desobedientes (v. 6) sino amados hijos de luz (vs. 1, 8). Dios nos capacitará para vivir de esta manera delante de los ojos del mundo si permitimos que él nos llene con su Espíritu (v. 18), lo que resultará en alabanza y proclamación (vs. 19–21).
Dios alcanzará al mundo por medio de una iglesia unida y purificada, cuyos miembros se someten los unos a los otros (vs. 21, 26–27). El mayor ejemplo de esto se ve en el matrimonio cristiano. Las esposas se someten a sus maridos como parte del llamado general a todos a vivir en la sumisión mutua (v. 22). Esto ocurre en el contexto de una relación en la cual los maridos aman y cuidan a sus esposas con tanta ternura que parece el sacrificio último de Jesús mismo (vs. 25–30). El matrimonio es una parábola viviente de la relación entre Cristo y la Iglesia (vs. 31–32) y constituye otro testimonio ante el mundo incrédulo de lo que Cristo ha logrado en la cruz.
Acerca de este Plan

Efesios presenta un maravilloso retrato de unidad cósmica, que comienza con una nueva humanidad multicultural: la iglesia. Jesús reina por encima de todos los poderes que amenazan con dominar nuestras vidas. Él es quien nos une, los unos con los otros y con Dios. En esta serie de seis días, aprenderemos cuál es la meta de la misión de Dios, el papel de la iglesia en su cumplimiento y cómo nosotros participamos en ella.
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Nos gustaría agradecer a One Mission Society por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: onemissionsociety.org