Una Nueva Humanidad: La Misión en EfesiosMuestra

Día 3: Efesios 3:1–21(NTV)
En el corazón de la carta encontramos una visión de unidad cósmica y reconciliación. Este fue el plan de Dios desde el comienzo (vs. 2, 9, 11). Fue un misterio para las generaciones anteriores (vs. 3–5, 9), un misterio que ahora se ha revelado a los apóstoles y profetas, a los efesios y también a nosotros, los que hoy leemos este pasaje. Ayer vimos todos esos verbos “junto con”, y hoy observamos que el misterio es este: las naciones (inclusive nosotros) son herederos, miembros del mismo cuerpo y socios iguales junto con el pueblo de Dios de generaciones pasadas (v. 6, donde todas las tres palabras tienen el prefijo que indica “junto con”).
Efesios 3:10 une dos temas de la carta—los poderes y autoridades, y los lugares celestiales. ¿Cuál es la respuesta de Dios ante estas potestades espirituales hostiles? ¿Cuál es el testimonio más contundente ante ellas de que ya han sido derrotadas por la cruz y que algún día su derrota total se verá y se experimentará en plenitud? Sorprendentemente, es a través de la existencia de la iglesia como una nueva humanidad unida, multi-racial y multicultural. Aquí no es tanto lo que la iglesia hace sino lo que es. No significa que las diferencias raciales, culturales o lingüísticas se han borrado; en esta misma carta Pablo habla de judíos y gentiles. En el día de Pentecostés, los judíos oyeron el mensaje de los apóstoles no en un solo idioma, sino cada uno en su propia lengua (Hechos 2:6). Aún la visión en Apocalipsis del pueblo de Dios en el cielo sigue mencionando su diversidad: ellos vienen “de todo pueblo y toda nación, tribu y lengua” (Apoc. 7:9). Pero en un mundo dividido por facciones, partidos, tribus y grupo de intereses especiales, la sorprendente y sobrenatural unidad de la iglesia, en toda su diversidad, es una proclamación a los poderes de las tinieblas que su fin ha llegado—es un testimonio a la re-unificación cósmica en Cristo que es el propósito divino final para todas las cosas (1:10).
Para Pablo, su misión a los gentiles provocó oposición y encarcelamiento (vs. 1, 13). Quizás nos sintamos desamparados, débiles o intimidados al pensar en hablar de nuestra fe con otras personas. ¡El apóstol Pablo sintió lo mismo, describiéndose como “menos que el más pequeño de todos los santos” (v. 8, RV60)! Sin embargo, nada lo detuvo de compartir el evangelio, porque fue impulsado y empoderado por la gracia de Dios (vs. 2, 7, 8), y el mensaje era incontenible: “los tesoros inagotables” de Cristo, como un río o un pozo tan profundo que jamás llegaremos a tocar el fondo (v. 8).
Esta misión se sostiene en oración. Dios nos ha dado acceso libre y sin restricciones para entrar a su misma presencia (vs. 12, 14) y su capacidad de contestar nuestras oraciones es ilimitada (v. 20). Cuando nos unimos con Dios en su misión a las naciones, él nos fortalece con el poder del Espíritu, para que experimentemos a Cristo habitando por la fe en nuestro corazón (vs. 16–17). Nuestras raíces y nuestros fundamentos ya están firmemente plantados en el amor de Dios (v. 17), pero él desea que conozcamos el amor expansivo de Cristo—un amor que sobrepasa nuestra capacidad de imaginarlo o entenderlo (vs. 18–19). De la misma manera que la iglesia es el cuerpo de la plenitud de Dios, llenado por Cristo (1:23), así nosotros también podemos ser llenos de su plenitud (v. 20) y empoderados para hacer su misión (v. 21). ¡A él sea la gloria! (v. 21)
Acerca de este Plan

Efesios presenta un maravilloso retrato de unidad cósmica, que comienza con una nueva humanidad multicultural: la iglesia. Jesús reina por encima de todos los poderes que amenazan con dominar nuestras vidas. Él es quien nos une, los unos con los otros y con Dios. En esta serie de seis días, aprenderemos cuál es la meta de la misión de Dios, el papel de la iglesia en su cumplimiento y cómo nosotros participamos en ella.
More
Nos gustaría agradecer a One Mission Society por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: onemissionsociety.org