30 Días Con La Palabra Viva Y EficazMuestra

Cuando la palabra me encuentra abatido

Hay días en los que no sabemos cómo orar. Días en los que solo respiramos… y esa respiración ya es una súplica. Días en que abrimos la Biblia no por disciplina, sino por desesperación. Porque algo dentro está quebrado, desgastado.

Y justo ahí, la palabra de Dios te encuentra. No para juzgarte. No para exigirte fuerzas que no tienes. Te encuentra como solo Dios puede hacerlo: sin escándalo, sin prisa, sin condena. Te mira desde sus páginas como un Padre que ya sabía lo que ibas a cargar hoy.

En momentos así, el poder de la Escritura no está en su volumen, sino en su precisión. Un solo versículo puede hacer más que mil consejos. Una línea suya puede sostener lo que todo el mundo dejó caer. Porque cuando estás abatido, no necesitas ruido espiritual: necesitas verdad viva. “El Señor está cerca de los quebrantados de corazón, y salva a los de espíritu abatido” (Salmo 34:18, NVI).

Spurgeon decía que muchas veces había subido al púlpito sin fuerzas, pero con una sola promesa encendida en el alma. Y eso bastaba. Porque cuando la palabra entra en el quebranto, no lo ignora… se llena de esperanza.

Hoy no intentes componerlo todo. Solo abre tu corazón lo suficiente para que entre una línea de luz. Y permite que Dios te diga, desde su palabra, lo que tú ya no eres capaz de decirte a ti mismo.

Oración

Dios de misericordia, ¡aquí estoy!… sin respuestas y sin fuerzas. Háblame como solo tú sabes hacerlo: con palabras que llegan a lo profundo, pero sin destruir; con verdad que se posa suave sobre mi alma cansada. Que tu palabra me encuentre en mi polvo y me recuerde que aún desde allí soplas vida. No necesito entenderlo todo, sólo saber que tú estás aquí, que aún hablas, que solo una palabra tuya me basta.

En el nombre de Jesús.
Amén.