30 Días Con La Palabra Viva Y EficazMuestra

La palabra que despierta un avivamiento

A veces, no es que no tengamos fe, sino que la oscuridad parece más rápida que la luz. Se apagan las esperanzas, se enfría el ánimo y se extingue el fervor. Y en medio de ese apagón del alma, uno se pregunta: “¿Dónde está Dios?”. Pero hay un pasaje escondido en la historia de Josías, rey de Judá, que revela una verdad poderosa: cuando la palabra de Dios se enciende, las tinieblas retroceden.

Durante años, el pueblo vivió en tinieblas espirituales. Los ídolos habían ocupado el templo, la verdad se había perdido. Hasta que un día, mientras limpiaban la casa de Dios, el sumo sacerdote encontró algo olvidado: “He encontrado el libro de la Ley en el Templo del Señor” (2 Reyes 22:8, NVI).

Ese hallazgo lo cambió todo. Cuando Josías escuchó las palabras del libro, su corazón se rasgó, no solo sus vestiduras. Fue como si cada línea despertara algo dormido, como si la voz de Dios hablara directo a su alma. Lo que siguió fue un sacudón espiritual: los ídolos cayeron, el pueblo se arrepintió, los altares fueron purificados y el pacto con Dios fue renovado. Todo comenzó cuando alguien se atrevió a abrir el libro sagrado… y dejó que su luz entrara hasta lo más profundo del alma.

Quizá tú también has dejado que la Biblia se empolve en algún rincón de tu ser. No por rebeldía, sino por cansancio. Pero hoy Dios quiere decirte: aún hay luz en mi palabra. Aún puede encender lo que se apagó. Aún puede transformar tu interior.

La Escritura no es un accesorio para tiempos de ocio; es la lámpara que guía tus pasos cuando el camino parece desvanecerse. Es la voz que disipa mentiras. Es el fuego que enciende un avivamiento.

Hoy, no necesitas un nuevo templo, solo un nuevo encuentro con el Libro Sagrado. El mismo que transformó a Josías, puede transformarte a ti. Ábrelo. Léelo. Medita y cree en él. Porque cada vez que lo haces, algo oscuro retrocede… y algo eterno empieza a arder.

Oración

Señor, no quiero vivir dormido mientras tu palabra clama en silencio desde el polvo. Despiértame con tu verdad, quebranta todo en mí que te ha olvidado. Haz que tu voz sacuda mis cimientos y me levante a obedecer con una pasión renovada. Que hoy comience en mí un avivamiento que solo puede nacer de tu voz viva y eficaz.

En el nombre de Jesús.
Amén.