¿Qué Nos Pasó En El Edén?- Psicología De La CaídaMuestra

PASIVO-AGRESIVIDADES Y MALAS EXCUSAS
Si Adán necesitó solamente del brazo extendido de su mujer para decidirse a comer del fruto, podríamos deducir sin mucho margen de error que, en terminología psicológica, en esa escena se comportó de manera pasiva. Si no puso oposición a comer, evidentemente también lo fue. Tomando del fruto ya por último lo constatamos, solo que con un matiz añadido: por no actuar adecuadamente, termina dañándose a sí mismo, a otros, y a su relación con Dios, como nos pasa a nosotros. Lo que se llama «pasivo-agresivo» en psicología.
En la mayoría de los casos de pasividad, la clave es que no se hace lo suficiente por poner orden en la situación y hacer lo correcto. Muchas veces es un intento por evitar alguna clase de conflicto, pero casi siempre se llega a otro peor por ello.
A la pasividad de él, sin embargo, sigue un «giro de tuerca» y es que, cuando llega el momento de responder al famoso «¿Dónde estás tú?» de Dios, no se expresa de forma pasiva, como quizá cabría esperar, sino que lo hace de forma más agresiva por egoísta (que es la materia prima de la agresividad):
- elude su responsabilidad (esta es la parte más pasiva y pueril)
- y acusa al resto de agentes (la mujer y, de paso, Dios mismo por dársela, siendo esta porción de su conducta la parte más agresiva).
Desde su respuesta, el corazón del mensaje que traslada es claro: él no es responsable, según su opinión, sino una víctima del resto, a los que no duda en señalar con el dedo.
Cree tener su respuesta bien armada y la excusa es, por cierto, uno de los modus operandi de los pasivo-agresivos. Dios no admite como válida su presentación, como no la admitió tampoco aquel señor al tercer siervo de la parábola de los talentos.
El relato tras el que se parapetan uno y otro no es aceptable, y las consecuencias llegan sin dilación para ambos. La respuesta de ella eludió responsabilidad también, aunque sin acusación hacia Dios. ¡Cuántas similitudes, pues, en lo esencial sobre cómo nos comportamos hombres y mujeres frente a situaciones como estas!
Esto no debería ser sorpresa ni escándalo. Solo pueden verlo así quienes piensan que el hombre está hecho de una «pasta» diferente a ella.
Esta escena es siempre un recordatorio para nosotros, porque se cumple sin excepción aquella declaración de Romanos: «tú que juzgas, haces lo mismo».
Acerca de este Plan

Lo sucedido en el Edén nos ha marcado como especie. Del disfrute absoluto en compañía del Creador al cataclismo total con consecuencias de muerte que aún sufrimos y se heredan… hasta que Él venga. Los principios destilados de la Creación son fundacionales para comprender mucho del carácter y la mente de Dios. Al mirar al primer hombre y la primera mujer, por otro lado, podemos entendernos un poco mejor a cada uno de nosotros. Como psicóloga además de cristiana, me parece apasionante, así que te animo a acompañarme de vuelta al Edén para reflexionar sobre qué pasó con nosotros allí.
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Nos gustaría agradecer a Lidia Martín por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: linktr.ee/LIDIAMARTINPSICOLOGA









