Dejando Que Dios Limpie Mi Corazón De MamáMuestra

DÍA 25

NO DEJANDO DE ESTORBAR A MIS HIJOS

PASAJE DEL DÍA:

“Y le mostraré que yo juzgaré su casa para siempre, por la iniquidad que él sabe; porque sus hijos se han envilecido, y él no los ha estorbado” (1 Samuel 3:13 RV2000).

ENTENDAMOS:

Elí era el sacerdote, el profeta de ese tiempo, y sus hijos servían en el templo. Pero ellos se corrompieron, cometieron iniquidades, fornicaban en las puertas del templo con las mujeres. Elí lo sabía y no hizo nada… NO LES ESTORBÓ POR ESOS PECADOS. Por esa causa Dios juzgó su casa para siempre.

POR QUÉ ORAMOS:

Porque Dios tenga misericordia de nosotras como madres.

Por convicción de pecado, que nos muestre en qué no estorbamos a nuestros hijos, cuando hicieron lo malo ante Dios.

Asumir el pecado de nuestros hijos y pedirle perdón a Dios por ello.

Que nos dé valor y coraje para ESTORBAR a nuestros hijos cuando ellos quieran hacer algo malo.

Renunciar a cualquier pacto de silencio, que nos impida hablar acerca de lo que vimos que hacen los hijos y que está fuera de la voluntad de Dios.

Romper la complicidad del pecado con mis hijos.

Padre: Con temor y temblor me acerco ante tu presencia, pidiéndote misericordia y gracia para conmigo. No mires mis pecados ni los de mi casa, justifícame con la sangre del Cordero. De todo corazón te pido que me des una fuerte convicción de pecado acerca de… Perdóname, mi Dios, porque en muchas ocasiones no he estorbado a mis hijos, no impedí que ellos hagan el mal. Es más, muchas veces -por evitarme problemas y peleas- he callado lo malo que he visto y lo he dejado pasar. Ni siquiera lo he traído ante tu altar y he querido olvidarlo creyendo que así se solucionará esa situación. Hoy te pido perdón y asumo los pecados de mis hijos (confiese por nombre aquello que usted no ha estorbado). Señor, dame el valor y el coraje de ser un estorbo para ellos cuando quieran hacer algo malo. Renuncio a cualquier complicidad con su pecado y renuncio, también, a cualquier pacto de silencio que me impulse a observar el mal y hacerme “la de la vista gorda”. Amén.