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El Príncipe Sin Nombre

DÍA 4 DE 9

El Príncipe sin nombre

Lo que sucedió al hijo de David y Betsabé representa un evento doloroso y conmovedor, pero al mismo tiempo cargado de significados profundos que prefiguran la misión y el sacrificio de Jesucristo. En este hecho podemos ver una imagen profética de Cristo, un inocente que muere por el pecado de otros. Exaltar estas semejanzas nos permite comprender mejor el valor del sufrimiento y de la redención que se cumple a través del sacrificio perfecto de Jesús en la cruz.

El niño, nacido de David, pertenece a la casa real de Israel. Él es un príncipe, hijo del rey más grande que Israel haya conocido, escogido por Dios mismo para guiar a Su pueblo. Esta descendencia real es un claro recordatorio de la realeza de Jesucristo, que es llamado el Hijo de David y el Rey de reyes y Señor de señores. Jesús, como el niño, nace de la casa de David, cumpliendo la profecía mesiánica y mostrando la continuidad del plan de Dios a través de las generaciones.

Debe subrayarse también que el niño es presentado como un príncipe sin nombre, para que nada pueda opacar la gloria de Aquel que es superior: el Príncipe Jesús, cuyo nombre está exaltado por encima de todo nombre.

La muerte del niño al séptimo día contiene un significado simbólico. El número siete en la Biblia representa la plenitud, la perfección divina y la consumación. Así como el niño murió al séptimo día, cumpliendo el juicio divino sobre el pecado, Jesús murió en el culmen de su ministerio, después de haber cumplido perfectamente la voluntad del Padre. El séptimo día del niño prefigura la consumación perfecta del sacrificio de Cristo en la cruz, donde todo fue completado: Consumado es.

Acerca de este Plan

El Príncipe Sin Nombre

La historia de David, narrada en 2 Samuel 11 y 12, es una de las narraciones más profundas de la Biblia, pues nos muestra el poder del pecado y las consecuencias de las acciones humanas, pero sobre todo, la gran misericordia que Dios ha mostrado no solo a David y a todos los involucrados en el asunto, sino también, después de varios milenios, a nuestras vidas. Esta historia se centra en David, el rey de Israel, quien cayó en una serie de graves pecados, pero que encontró el camino del perdón mediante su sincero arrepentimiento.

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Nos gustaría agradecer a Carmelo Orlando por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: www.gesuilnazareno.org/it