El secreto del amor

Un porcentaje alto de los millones de canciones que existen hablan de amor… y un porcentaje todavía más alto hablan de desamor: desencuentros, desprecios, traiciones y engaños; amores no correspondidos, desgastados, perdidos u olvidados. Es que el amor nos hace tanto bien, como también la falta de amor, ¡tantísimo mal!

Un ex adicto a drogas contaba cuál había sido el secreto de su recuperación: “Yo fui a muchos lugares para recuperarme, pero finalmente me escapaba… y cuando volvía ya no me recibían porque había sido irresponsable. Pero en un lugar me aceptaron una y otra vez a pesar de que me escapé y traicioné su confianza. Esas personas me mostraron verdadero amor y fue ahí donde me recuperé”.

Los seres humanos necesitamos desesperadamente ser amados desde el mismo momento de nuestro nacimiento. El afecto es nuestro combustible para crecer y desarrollarnos. Cuando contamos con el amor de alguien nos sentimos poderosos y fuertes, mientras que cuando carecemos de este nos percibimos miserables y desmotivados.

Fuimos creados para ser amados con un amor puro y desinteresado. Sólo un amor así nos satisface. Cuando no lo encontramos vamos buscando, mendigando y probando con copias “berretas” (imitaciones baratas) que no soportan el paso del tiempo.

Dios es el autor y productor de ese amor. En forma poética la Biblia lo resume diciendo que Él es el amor personificado:

“El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor” (1 Juan 4:8 RVR1960).

Es el amor de la aceptación total, de alguien a quien no podemos ocultarle nada y aún así no baja su intensidad de afecto. Dios nos amó desde siempre, aún cuando sabía que nuestras obras eran imperfectas. Y ese amor quedó ampliamente demostrado:

“Pero Dios demuestra su amor por nosotros en esto: en que cuando todavía éramos pecadores, Cristo murió por nosotros” (Romanos 5:8 NVI).

No se quién nos enseñó que Dios era un juez con el ceño fruncido, con la única necesidad de manifestar su disconformidad con nuestros errores para luego castigarnos. Esa mentira nos ha alejado de Aquel que podría ser la solución a nuestra alma rota. ¡Nada más lejos de la realidad! ¡Nada más contrario al deseo de Dios, que nos ama profundamente!

Tu ser interior necesita ese amor, está en nuestro diseño original. Es una experiencia necesaria para luego poder amar a otros, porque experimentar el amor de Dios nos enseña a amar de verdad.

¿No quisieras hoy mismo recibir el amor del Padre Dios y experimentar el nivel sanador que tiene para tu propia vida?

Te sugiero esta oración:

Padre Dios, quiero hoy recibir Tu amor.

Reconozco que te necesito de verdad y abro la puerta de mi interior para recibirlo.