9 verdades para vivir conforme a la voluntad de DiosMuestra

La gracia: Por qué la necesitamos

La dirección que toma su vida puede verse influenciada por muchos factores: el entorno en que vive, las decisiones que toma y la educación que recibe. Sin embargo, la fuerza más poderosa en la vida de un creyente es la gracia transformadora de Dios—su bondad inmerecida, ofrecida sin condiciones, más allá de lo que podamos merecer.

El propósito final de Dios es que cada creyente sea transformado a la imagen de su Hijo Jesucristo. Es por su gracia que usted ha nacido de nuevo, y desde ese momento, esa misma gracia lo guía, impulsa y fortalece para que crezca en semejanza a Cristo. Así, usted puede afirmar con el apóstol Pablo: “Por la gracia de Dios soy lo que soy” (1 Corintios 15:10).

La vida del apóstol, de hecho, es un poderoso ejemplo de la gracia transformadora de Dios. En Filipenses 3, Pablo describe cómo una vez dependía de sus buenas obras, su personalidad y su conducta para ganar la aceptación delante de Dios. Al principio no entendía que solo hay una manera de ser aceptado a los ojos de Dios: por medio de su gracia.

Sin embargo, el encontrarse con el Cristo vivo cambió totalmente a Pablo, y explicó: “Cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo” (Filipenses 3:7). Reconoció que todos sus títulos y logros humanos no tenían ningún valor espiritual. Nosotros también debemos comprender que nunca ganaremos la eternidad dependiendo de lo que somos o de lo que hacemos. Es por gracia, y solo por gracia, que somos salvos (Efesios 2:8, 9).

Fue la gracia de Dios la que transformó la mentalidad de Pablo. Aprendió que todo lo que antes consideraba valioso en realidad carecía de valor. Lo que marcó la diferencia fue el hecho de que Pablo se encontró cara a cara con el Salvador en el camino de Damasco. Y cuando oyó la voz de Dios que le hablaba, cayó de rodillas en adoración y rendición.

Que lo mismo sea cierto para nosotros.