La Iglesia Perseguida

Para quienes no lo sepan, vivo en el Reino Unido. Nací aquí y he vivido aquí toda mi vida. Mis padres son cristianos. Me crié en un hogar que siempre ha respetado, creído y abrazado el cristianismo. Así que, cuando decidí seguir a Jesús por mí mismo, no fue realmente un tema, problema o preocupación. No cambió nada en mis relaciones con mi familia más cercana. Lo mismo puede decirse de mi familia más amplia: primos, tíos, abuelos e incluso mis grupos de amigos. Todo siguió igual.

Pero mi historia es rara. Vivo en el Reino Unido, un país impregnado de historia, tradición y valores cristianos. A pesar de la secularización de nuestra sociedad (y de la de muchos países del Norte Global), nuestra «persecución» no es nada comparada con la de nuestros hermanos y hermanas cristianos de todo el mundo en lugares como Corea del Norte, Somalia, Yemen, Libia, Sudán, Eritrea, Nigeria, Pakistán, Irán y Afganistán.

Más de 380 millones de cristianos sufren persecución y discriminación, es decir, 1 de cada 7 creyentes en el mundo. Sólo en el último año, 4.476 cristianos fueron asesinados a causa de su fe. En países como Nigeria, Sudán y Eritrea, 210.000 fueron expulsados de sus hogares para exiliarse o esconderse, simplemente por creer que Jesucristo es el salvador del mundo. La violencia contra los cristianos va en aumento en Kirguistán, Kazajstán, Yemen, Sudán, México y Myanmar. Las iglesias se han visto obligadas a cerrar en Argelia, China y Libia.

A pesar de ello, la Iglesia sigue creciendo en todo el mundo, incluso allí donde existe una grave persecución, como en Corea del Norte y China. La caída del régimen de Asaad parece ser una oportunidad para el culto abierto para nuestros hermanos y hermanas sirios.

¿Significan estos relatos que quienes somos libres de practicar nuestra fe debemos desatender nuestras propias luchas? No, creo que los testimonios de la Iglesia perseguida deberían hacernos sentir agradecidos a Dios por estar donde estamos. Estas historias deberían animarnos a rezar por nuestros hermanos y hermanas, donar y/o apoyar a organizaciones benéficas e iglesias que trabajan con la Iglesia Perseguida, como Puertas Abiertas. También creo que tenemos el deber de recordarlos y compartir sus historias con nuestros amigos, familiares y colegas. ¿Por qué? Porque la persecución, la injusticia y la maldad sólo florecen en la oscuridad.

Preguntas para la reflexión: ¿He rezado alguna vez por la Iglesia Perseguida? ¿Cómo puedo apoyar a la Iglesia perseguida? ¿Estoy dispuesto a hablar de la persecución de los cristianos con mis amigos y familiares?