De La Desesperanza a La EsperanzaMuestra

Lo que debo dejar morir de mí

Me encantan las fotografías de paisajes desde hace muchos años, en ellas puedo ver la majestuosidad de Dios, en sus diferentes tonalidades del cielo a lo largo del día, de amarillos, azules, naranjas y el negro de la noche en donde brillan las estrellas.

Esa misma majestuosidad la veo reflejada en la tierra, con ese poder de reproducción de los árboles o plantas a través de una semilla que debemos secar hasta que muera para sembrarla, y así pueda reproducir árboles grandes y hermosos, plantas, flores o frutos. Y es con esta ilustración como Él da a conocer a los discípulos y los griegos que estaban con Él, contando Jesús mismo que pronto moriría como el grano de trigo para que se produjera mucho fruto. Una abundante cosecha en la vida de muchos.

Jesús venía a morir y humanamente hablando entendía que habría sufrimiento. En Mateo 26:38 en el Getsemaní dijo: «Quédense aquí, y velen conmigo, porque siento en el alma una tristeza de muerte.» Jesús entendía que tendría que ser humillado, despreciado, golpeado y quebrado en la crucifixión siendo la manera en la que Él enfrentaría la muerte con un propósito: EL DARNOS LA SALVACIÓN Y LA VIDA ETERNA.

Hoy tú y yo podemos aplicarlo a nuestras vidas, a través de realizar una introspección, ya que debemos dejar morir algo en nuestras vidas, como pudiera ser una característica de nuestra manera de pensar o de nuestros hábitos, o nuestro carácter ya que no refleja paz o dominio propio, por lo tanto, el regalo de salvación que Jesús nos dió.

¿Qué necesitas dejar morir? ¿Un vicio, mentiras, tu sensibilidad de enojarse fácilmente, esos celos con lo que atormentas a tu pareja, tus quejas constantes, la desesperanza con la vives? Necesitas pensarlo, en nuestra manera de ser debemos dejar morir algo para poder vivir. Nos va a doler porque son parte de nuestros hábitos y costumbres que formamos como parte de las reacciones que hemos desarrollado.

Jesús sabía que su quebrantamiento no sería fácil. Lo entristecía, pero tenía un propósito de vida. La separación que se daría entre el Padre y el Hijo en la cruz, la cual se da cuando Jesús dice “Padre ¿por qué me has abandonado?”. Sabía que DIOS ESTABA EN CONTROL DE LO SUCEDERÍA mientras Jesús era levantado para atraernos hacia Él.