Nunca pierdas de vista el premio

Nuestras vidas son solo pequeños puntos en la inmensidad del universo. Santiago, el hermano de Jesús, escribe que somos como una neblina o vapor, estamos aquí hoy y mañana ya no. Así de fugaz es nuestra vida, sin embargo, Dios está tan pendiente de nosotros y tiene planes y propósitos tan grandes para cada uno de nosotros. Si algo debe impulsarte a vivir la vida al máximo, que sea esto.

Cada uno de nosotros fue creado para un propósito mayor que solo servirnos a nosotros mismos. Lo que hacemos mientras estamos en la tierra tiene una trascendencia eterna. Nada de nuestra vida se desperdicia cuando comenzamos a ver nuestra existencia a través del lente de la eternidad. Cristo redime nuestras historias, por oscuras o dramáticas que hayan sido, y nos pone en un camino de gozo y plenitud como nunca imaginamos. Vivir esta vida, día tras día, requiere que sigamos mirando a Jesús en busca de dirección, fuerza y coraje, porque sin Él, no podemos hacer nada.

La clave para perseverar hasta el final es permanecer con Él en todo momento, en las buenas y en las malas, para no perder de vista el premio, que es el mismo Jesús. La eternidad comenzó en el momento en que dijiste "sí" a Jesús. Entraste en una nueva dimensión donde ahora vives, no para ti mismo, sino para Él. Esta nueva vida que experimentas será una en la que a menudo te sentirás no preparado, pero curiosamente, tendrás la gracia para afrontarla. No te rindas cuando las cosas se pongan difíciles. Sigue corriendo hacia Jesús, el que te llamó. Él te llevará hasta el final.

Consejo:

Coloca recordatorios en forma de tarjetas con versículos bíblicos en tu escritorio o nevera que te recuerden a Jesús y sus promesas, para que sigas corriendo incluso cuando sientas ganas de rendirte.