Ten cuidado con ese orgullo

Lo único que puede hacernos tropezar en el camino de la vida es el orgullo. Es esa sensación de que ya hemos llegado, mientras otros siguen avanzando. El orgullo tiene la capacidad de inflarnos y hacer que nuestra cabeza se sienta un poco más grande. Deja a las personas sintiéndose inferiores y no ayuda a que nadie encuentre a Cristo a través de nosotros. El escritor de los proverbios dice que "el orgullo precede a la caída" y no podría estar más en lo cierto.

Como seguidores de Jesús, realmente no tenemos nada de qué jactarnos, porque todo lo que somos y tenemos es gracias a Él. Piénsalo: no podríamos habernos salvado por nosotros mismos, aunque lo hubiéramos intentado. No podríamos haber redimido ninguna situación, restaurado nada ni sanado por nosotros mismos si no fuera por Él.

La clave para vencer el orgullo es primero identificarlo. Reconocerlo en nuestras propias vidas es la forma más efectiva de deshacernos de él. Una vez que lo reconocemos, debemos arrepentirnos y volver a Jesús con humildad. Seamos sinceros, por nosotros mismos no podemos matar el orgullo, pero con la ayuda del Espíritu Santo sí podemos. Él es quien nos trae a la memoria todo lo que Jesús enseñó, y una de las formas en que lo hace es recordándonos hasta dónde nos ha llevado Dios y cómo nos ha salvado de nosotros mismos una y otra vez. Nos recuerda la viga que a menudo bloquea nuestra vista y nos impide ver la paja en el ojo ajeno. Otras veces, Él puede recordarnos lo perdonados que somos y que no podemos retener el perdón de nadie más. Cuando permanecemos atentos a las suaves indicaciones del Espíritu Santo, descubrimos que Él nos convence y nos transforma en un pueblo más humilde y dispuesto a aprender. ¡Oh, lo que Dios puede hacer contigo cuando te entregas a Sus manos, como barro en las manos de un alfarero! Los resultados son ilimitados y cada uno de esos resultados te bendecirá a ti y a todos con los que te encuentres.

Consejo:

Cuando sientas que el orgullo está tomando control o notes que estás menospreciando a los demás, detente, busca a Dios, arrepiéntete y vuelve a ellos con amor.