Mantén a Dios en Primer Lugar

Es común que todo creyente en Jesucristo comience su vida cristiana con mucho entusiasmo. Este momento se sentirá como una experiencia en la cima de una montaña, porque acabas de invitar al Dios de toda la creación a tu vida. Es un sentimiento genuino, ya que será el punto más alto de todos los logros y recuerdos de tu vida. Será un cambio radical y definirá tu vida de muchas maneras. Te sentirás más ligero que nunca, porque tus pecados han sido perdonados. Te sentirás más libre que nunca, gracias a la libertad que trae Cristo. Te sentirás más vivo que nunca, porque tienes al Espíritu que resucitó a Jesús en ti. ¡Vaya, qué emoción!

La dura verdad, sin embargo, es que después de algunos días y semanas, comienzas a sentir la resistencia y los obstáculos que inevitablemente entran en nuestras vidas. Ese comentario negativo de tu profesor, ese rechazo de alguien que pensabas que te apreciaba, esa lucha con tu familia, por mencionar algunos, empiezan a golpear la puerta de tu vida. Te das cuenta de que la vida cristiana es difícil porque enfrentas los mismos problemas de siempre, pero necesitas un cambio en tu forma de pensar. Tienes el mismo entorno físico, pero tu entorno espiritual ha sido renovado. ¿Cómo hacer para no solo sobrevivir, sino prosperar en estas situaciones, que es la vida tal como la conocemos?

¿Vas a mantener la relación con tu Creador, Salvador y Señor en la parte más alta de tu lista de prioridades? ¿Había una lista? Bueno, todos tienen una. Lo que varía es quién o qué ocupa la primera prioridad. El Dios que invitaste a tu vida está allí para quedarse. Dependerá de ti construir esa relación todos los días, de manera consciente e intencional. La forma de hacerlo es apartar tiempo cada día, antes de comenzar cualquier otro trabajo, para estar con Dios. Comunicarte con Él es sentarte y disfrutar de su presencia mientras meditas en su palabra y hablas con Él. Meditar en su palabra te llevará a leer la Biblia con el único propósito de conocer más a Dios. Creces en tu comprensión y admiración hacia Dios cuando practicas la disciplina espiritual de la oración. La oración es una comunicación de dos vías, donde hablas con Él y dejas que Él te hable a ti. Por joven que seas, ¡no hay mejor momento que ahora para discernir la voz de Dios por encima de las demás voces a tu alrededor!

Cuando le dedicas tiempo a Dios cada día, nada de lo que te suceda a ti o a tu alrededor podrá crear la confusión y desilusión que normalmente sigue. Descubres que, al haber estado en Su presencia y en Su palabra, tienes una paz y gozo más grandes que nunca. Al seguir esto a lo largo de tu vida, verás que no importa cómo hayas comenzado, siempre podrás terminar cada día con la certeza de que Dios está contigo, Él está luchando por ti y Él saca lo bueno de cada circunstancia.

Consejo:

Al leer la Biblia cada día, pide al Espíritu Santo que te señale lo que Él quiere que veas y comprendas. Al orar, haz un hábito el escuchar después de hablar.