EL FUTURO

A lo largo de estos días fuimos aprendiendo, entre otras cosas, las promesas de Dios y la lista infinita de privilegios que Jesús nos dio gracias a su sacrificio. Pero hay una gran bendición donde hoy nos gustaría detenernos: la vida eterna. ¿Alguna vez escuchaste sobre ella?

Una de las tantas cualidades de Dios es su eternidad. Él no está regido por el tiempo ya que es infinito. Jesús, al morir por nuestros pecados, nos dio acceso a vivir en esa eternidad cuando nuestra vida en la tierra acabe. Mirá lo que nos dice en Juan 6:51: “Yo soy el pan vivo que descendió del cielo. Todo el que coma de este pan vivirá para siempre”. ¡Todo el que crea en Jesús como su Salvador tiene un lugar asegurado en el cielo para vivir una eternidad con Dios!

Pablo, en Filipenses 3:20, llama a los seguidores de Jesús ciudadanos del cielo, esto quiere decir que si bien ahora vivimos en la tierra, nuestro pasaporte espiritual dice que pertenecemos al cielo, lugar donde vive Jesús, y que pronto llegará el día donde Él regrese para llevarnos allí. La Biblia nos cuenta que Dios nos tiene preparado un lugar en el cielo para vivir con Él, donde el dolor y la enfermedad no existen, y Su presencia cubre todas nuestras necesidades, llenándonos de alegría. ¡Qué increíble es esto!

Si bien esta promesa se terminará de cumplir cuando nos muramos, tenerla presente en nuestro día a día afecta la forma en la que vivimos aquí en la tierra. En la carta a Colosenses, Pablo nos anima a poner la mirada en las verdades del cielo y no en las cosas de la tierra. ¿Esto significa que debemos vivir descuidando nuestra vida aquí en la tierra? ¡Claro que no! De hecho Pablo nos alienta a crecer en conocimiento de Dios para poder ser cada día más parecidos a Él, pero siempre recordando que lo realmente importante está en el cielo.

Jesús mismo le dijo a sus discípulos en Mateo 6:33: “Busquen el reino de Dios por encima de todo". Es decir, enfocarnos en Él y en sus planes por encima de los nuestros. Buscar su reino significa vivir acorde a lo que a Él le agrada porque lo amamos y queremos obedecerle, y Él nos dará nuestra recompensa en el cielo. Es allí donde debemos centrar nuestra atención, en almacenar tesoros en el cielo, es decir todas esas acciones y actitudes que reflejan el corazón de Dios. Las cosas materiales como el dinero, la ropa, y lo que comemos, son importantes pero cuando la vida en la tierra acabe, los tesoros terrenales serán destruidos.

Es por eso que Dios nos invita a vivir una vida sin preocuparnos por las cosas materiales, porque Él las va a suplir, sino que enfoquemos nuestra mirada en la eternidad, donde Jesús vive y donde nosotros tenemos un lugar seguro.

Durante todos estos días aprendimos sobre algunas de las cosas que experimentamos como hijos de Dios y que Él nos invita a vivir, para que podamos tener una vida plena y feliz.

Recordar que Jesús se entregó a morir por nosotros nos confirma que somos amados, perdonados y cuidados por quien creó el universo. Este caminar con Jesús es un proceso continuo y eterno, que tendrá sus altibajos pero que definitivamente vale la pena vivir. Dios nos promete estar con nosotros en cada paso que demos, guiándonos por el camino correcto y redireccionándonos cuando nos desviemos. Buscarlo diariamente es clave para crecer en conocimiento y confianza en Él, porque vivir nuestra vida entregada a Dios es la mejor decisión que podemos tomar.