Afilando mi espadaMuestra

En Zacarías capítulo 4, el profeta ve un candelabro de oro alimentado por dos olivos, una visión que simboliza cómo el Espíritu de Dios sustenta la obra del pueblo, especialmente en la reconstrucción del templo. Esta visión recuerda a Zorobabel y al pueblo que el éxito no depende de su propia fuerza, sino del poder de Dios.

Zacarías capítulo 4:10 menciona los “siete ojos de Jehová”, simbolizando la omnisciencia y el poder de Dios para supervisar Su obra. En Apocalipsis capítulo 5:6, los “siete ojos” reaparecen en el Cordero (Cristo), representando Su Espíritu presente en toda la tierra. Ambos pasajes subrayan que Dios está activamente vigilando y guiando a Su pueblo.

Al meditar en la lectura de este capítulo, recordemos que el mismo Dios que sostuvo a Su pueblo en el pasado sigue guiándonos hoy con Su Espíritu. Su mirada y cuidado están sobre nosotros, y Su poder se perfecciona en nuestra debilidad, tal como lo hizo en tiempos de Zacarías.

Zacarías 4 nos enseña que la obra de Dios no depende de nuestras fuerzas, sino del poder de Su Espíritu. La visión del candelabro y los olivos recuerda que, así como Dios sostuvo a Zorobabel y al pueblo en la reconstrucción del templo, también hoy nos guía y fortalece en nuestras debilidades. Sus “siete ojos” simbolizan Su omnisciencia y cuidado constante, dándonos confianza en que nada escapa de Su control. Este pasaje nos anima a confiar en Su poder, no despreciar los pequeños comienzos y buscar Su dirección en cada paso, sabiendo que Él perfecciona Su obra en nosotros.