Afilando mi espadaMuestra

Pablo, en 2 de Corintios capítulo 12, comparte experiencias personales que refuerzan su autoridad apostólica. Relata una visión extraordinaria que tuvo, donde fue llevado al tercer cielo, y destaca el peligro de la arrogancia. Para prevenir que se volviera orgulloso, Dios le dio un aguijón en la carne. Pablo suplica por la eliminación de este sufrimiento, pero la respuesta divina le enseña que el poder de Dios se perfecciona en la debilidad. Así, Pablo se regocija en sus debilidades, ya que es en ellas donde la gracia de Cristo se manifiesta con mayor claridad.

Al explorar este capítulo, observa cómo Pablo nos enseña que, aunque el sufrimiento y las debilidades son parte de nuestra experiencia humana, son también el medio a través del cual la gracia de Dios se hace más evidente y poderosa en nuestras vidas.

La experiencia de Pablo nos invita a reflexionar sobre nuestras propias vidas. ¿Qué aguijones en la carne estamos enfrentando? Tal vez son problemas de salud, relaciones difíciles, o luchas emocionales que parecen no tener fin. En lugar de ver estas dificultades como obstáculos, podemos aprender a verlas como espacios donde Dios puede demostrar su poder.

La respuesta de Dios a la súplica de Pablo nos enseña que su gracia es suficiente. A menudo, buscamos alivio inmediato y soluciones rápidas a nuestros problemas. Sin embargo, la verdad profunda es que la gracia de Dios no solo nos sostiene en medio de las tormentas, sino que también transforma nuestras debilidades en testimonios de su fidelidad.

¡Podemos confiar en la providencia divina!