Afilando mi espadaMuestra

En Gálatas capítulo 3, Pablo aborda la esencia de la fe cristiana, confrontando a los gálatas por haber vuelto a las obras de la ley. Les recuerda que la salvación es un regalo de Dios, recibido por la fe en Cristo y no por la observancia de la ley. Para ilustrarlo, utiliza el ejemplo de Abraham, quien fue justificado por su fe mucho antes de que la ley fuera dada, demostrando que la verdadera herencia espiritual se obtiene por medio de la fe.

Al estudiar este capítulo, considera cómo Pablo nos recuerda que la salvación es un regalo de Dios, recibido por fe, y no por las obras de la ley, tal como lo ejemplifica Abraham.

Este capítulo nos invita a reconsiderar las bases de nuestra fe. Pablo empieza con una pregunta contundente: "¿Quién os fascinó?" Al hacerlo, nos anima a reflexionar sobre las influencias externas que pueden desviarnos de la verdad. El ejemplo de Abraham es poderoso: él creyó a Dios y fue contado como justo. Este principio nos recuerda que no somos justificados por nuestras obras o por cumplir reglas, sino por la gracia de Dios que se recibe a través de la fe.

La gracia de Dios nos libera de la carga de la perfección y la condenación. Nos invita a vivir en la libertad que proviene de saber que nuestra justificación no depende de nuestros logros, sino de lo que Cristo ha hecho por nosotros. Además, Pablo señala que en Cristo no hay distinción entre judíos o gentiles, esclavos o libres, hombres o mujeres. En Él, todos somos uno. Este mensaje de inclusión nos desafía a romper barreras y a valorar la diversidad en nuestras comunidades.