Afilando mi espadaMuestra

En Génesis 22:18, Dios le dice a Abraham: "En tu simiente serán benditas todas las naciones de la tierra". Pablo retoma este pasaje en Gálatas 3, para demostrar que la promesa hecha a Abraham se cumple en Cristo. Al ser probado por Dios, Abraham demostró una fe inquebrantable al estar dispuesto a ofrecer a su hijo Isaac. Esta historia apunta al sacrificio de Jesús, quien es la simiente prometida.

En la lectura de este capítulo, medita sobre cómo la promesa hecha a Abraham se cumple en Cristo, quien, a través de su sacrificio, se convierte en la simiente que bendice a todas las naciones, tal como se anticipó en Génesis.

El relato de Abraham e Isaac prefigura el sacrificio que Cristo haría por nosotros en la cruz. La disposición de Abraham a obedecer a Dios, aun cuando parecía que todo estaba perdido, nos muestra cómo la fe nos llama a confiar plenamente en los planes de Dios, aun cuando no los entendamos completamente.

Pablo nos recuerda que la promesa de Dios no se limita a los descendientes físicos de Abraham, sino que se extiende a todos aquellos que tienen fe en Cristo. La salvación y la bendición de Dios están disponibles para todas las naciones y pueblos. Este mensaje nos lleva a un lugar de humildad y gratitud, sabiendo que somos llamados a compartir esta buena noticia con el mundo.