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Una vida de intimidad con DiosMuestra

Una vida de intimidad con Dios

DÍA 70 DE 365

Tu primera cita

“Los apóstoles... subieron al aposento alto... Todos ellos oraban y rogaban a Dios continuamente”, Hechos 1:12-14 (RVC).

El primer trabajo de los discípulos no fue organizar un plan estratégico para conquistar la ciudad ni organizar los ministerios de la incipiente iglesia. Lo único que hicieron fue ministrar a la presencia de Dios mediante la oración de adoración en el aposento alto. Si la vida de alguien va a ser transformada no lo será como consecuencia de un consejo, terapia o esfuerzo humano, será como consecuencia de un encuentro profundo con Dios en el lugar secreto. ¡Allí nace todo!

La oración suele ser la antesala de la revelación. “...Jesús fue bautizado; y orando, el cielo se abrió, y descendió el Espíritu Santo... y... una voz del cielo... decía: Tú eres mi Hijo amado...”, Lucas 3:21-22. Nota la secuencia: El Hijo ora, el Espíritu Santo desciende y el Padre habla. Jesús sabía que un ministerio sin oración equivaldría a un ministerio sin poder, por eso oró en cada evento importante de su vida, Lucas 5:16; 6:12; 9:18, 29; 22:41; 23:34, 46. La oración es una disciplina espiritual irremplazable. Las personas que no oran están desconectadas del poder de Dios. Por donde lo mires, orar siempre será para tu propio beneficio.

Es hora de edificar un aposento alto donde la prioridad sea encontrarse con Dios a través de la oración. ¿Ya has acondicionado el lugar donde te encuentras con Dios? ¡No postergues este asunto! Muchas cosas tironeaban la agenda de los apóstoles pero ellos se enfocaron en lo importante y prioritario: la oración y la predicación, Hechos 6:2-4. Jesús nunca estuvo demasiado ocupado como para no orar. Su vida de oración fue tan vibrante y contagiosa que sus discípulos le pidieron que les enseñara a orar; no a predicar, echar demonios o sanar enfermos. ¿A cuántos pastores se les acercan las personas pidiéndoles que les enseñen a orar? Imitemos a Jesús y a sus discípulos. Ministrar a Dios es nuestra primera responsabilidad en el día. Todo lo demás es secundario.

¡Transfórmate en un discípulo de aposento alto! Los discípulos del aposento alto no le dan a Dios sus sobras ni el tiempo libre, le dan todo el tiempo que Él quiera. Es hora de tomar el control de la agenda y entregarle a nuestro Señor y Redentor el mejor tiempo de nuestro día, si queremos que ocurra lo que jamás ha ocurrido, siendo testigos de la intervención de Dios como nunca antes hemos visto ni oído.

Acerca de este Plan

Una vida de intimidad con Dios

Cada día es una oportunidad para experimentar la presencia del Señor. Dios mismo es quien te extiende la dulce invitación para el encuentro santo: "Mi corazón te ha oído decir: «Ven y conversa conmigo». Y mi corazón responde: «Aquí vengo, SEÑOR»" (Salmo 27:8).

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Nos gustaría agradecer a José Luis Cinalli - Silvia López de Cinalli por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://iglesiadelaciudad.com.ar/