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Una vida de intimidad con Dios

DÍA 293 DE 365

Ricos o prósperos

El Señor estaba con José, así que todo lo que emprendía prosperaba...”, Génesis 39:2 (BLPH).

José era próspero. Y era próspero porque obedecía a Dios: Si... obedecen a Dios, serán bendecidos con prosperidad por el resto de su vida...”, Job 36:11 (NTV). Por supuesto, la prosperidad de José no era económica porque él era esclavo. Su riqueza no era material sino espiritual. Su mayor tesoro consistía en bienes intangibles como paz, salud emocional, presencia de Dios y bienestar del alma. José no era rico, pero sí próspero. Gayo es otro ejemplo bíblico. El apóstol Juan le dijo: “Amado... tu alma está en prosperidad, 3ª Juan 1:2 (OSO). Al igual que José, la prosperidad de Gayo provenía de su temor a Dios, 3ª Juan 1:3. Gayo había prosperado espiritualmente y ahora Juan le pide a Dios que también sea prosperado económicamente, 3ª Juan 1:2. De ese modo seguiría cumpliendo la misión de hospedar misioneros y evangelistas itinerantes, 3ª Juan 1:5-8. Juan pide prosperidad económica para cumplir fines espirituales. ¡La prosperidad económica siempre debe estar subordinada a la espiritual!

José era próspero espiritualmente. Gozaba de aquellas bendiciones que la gente de este mundo procura a cualquier precio, pero no las obtiene. Piensa en la cantidad de personas que tan solo desearían encontrar un poco de paz en sus hogares cuando regresan de sus largas y agotadas jornadas de trabajo. O aquellas que pagaría para ser felices. La gente no sabe que esa clase de riquezas como paz, bienestar, protección espiritual, estabilidad emocional, gozo y felicidad son el derivado de la comunión y obediencia a Dios: “En la verdadera sumisión a Dios... uno puede hallar la mayor de las riquezas: la de ser feliz...”, 1ª Timoteo 6:6 (NTV y NT-BAD). ¡Sin una profunda y continua relación de amor con Dios no es posible la prosperidad! Jesús dijo: Busquen el reino de Dios por encima de todo lo demás y lleven una vida justa, y él les dará todo lo que necesiten, Mateo 6:33 (NTV). Las cosas que necesitamos, sean tangibles o no, vendrán como resultado de nuestra comunión con Dios. ¿Y si descuidamos nuestra relación con Dios? Perdemos la prosperidad. Y para recuperarla la Biblia dice: “Ponte de nuevo en paz con Dios, y volverás a tener prosperidad, Job 22:21 (DHH). En conclusión: ¡la única manera de prosperar es obedeciendo a Dios y la única manera de recuperar la prosperidad que se ha perdido es restaurando la relación de amor con Dios!

Acerca de este Plan

Una vida de intimidad con Dios

Cada día es una oportunidad para experimentar la presencia del Señor. Dios mismo es quien te extiende la dulce invitación para el encuentro santo: "Mi corazón te ha oído decir: «Ven y conversa conmigo». Y mi corazón responde: «Aquí vengo, SEÑOR»" (Salmo 27:8).

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Nos gustaría agradecer a José Luis Cinalli - Silvia López de Cinalli por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://iglesiadelaciudad.com.ar/