Una vida de intimidad con DiosMuestra

Nadie murió asfixiado por tragarse el orgullo
“Nabucodonosor... dijo: “¡Qué grande es Babilonia! ¡Yo fui quien la hizo grande...!”, Daniel 4:28-30 (TLA).
El rey de Babilonia sufría de una enfermedad llamada orgullo. Y el orgullo fue la causa de su ruina. Este pecado del espíritu le trajo como consecuencia una enfermedad física. El rey se volvió loco. Lo mismo le había sucedido al rey Saúl. Prefería vivir enfermo antes que soltar el orgullo de su corazón: “...Saúl había salido... para hacerse un monumento en honor a sí mismo”, 1º Samuel 15:12 (PDT). Absalón padecía el mismo problema: “Mandó hacer en su honor un monumento...”, 2º Samuel 18:18 (TLA).
Al igual que ellos algunas personas prefieren perder el trabajo, ministerio, matrimonio y aun su propia vida antes que tratar con el orgullo de su corazón. ¿No lo crees? Observemos al rey Belsasar. En sus ínfulas de poder tomó las copas del templo del Señor y bebió de ellas, adorando a sus dioses. Mientras lo hacía vio una mano humana que escribía sobre la pared del palacio. Hizo traer a Daniel para que interpretara el mensaje: “El Dios Altísimo dio a tu padre Nabucodonosor la realeza, el poder, la gloria y la majestad... Pero cuando su corazón se infló de orgullo... fue echado de su trono real y se le quitó la gloria... Eso duró hasta el día en que reconoció que el Dios Altísimo es el dueño de las realezas humanas... Pero tú Belsasar...no te has humillado siendo que sabías todo eso... por eso... Dios ha medido tu reino y le ha puesto fin... Esa misma noche... Belsasar fue asesinado”, Daniel 5:18-30 (BLA).
Belsasar debía haber aprendido del ejemplo de su padre, quien vivió como un animal por proteger su orgulloso corazón. Sin embargo, en cuanto se humilló recuperó la salud y el reino, Daniel 4:34-36. Belsasar no imitó la actitud de su padre y terminó en la ruina. ¿Y qué haremos nosotros? ¿Seguiremos las pisadas de Lucifer para terminar como Saúl, Absalón y Belsasar? ¿Seguiremos apadrinando el orgullo o lo llevaremos a juicio poniendo fin al indulto? Piensa bien tu decisión porque el orgullo acarrea juicio, 1º Samuel 2:3.
El Señor no recibe ninguna ofrenda que provenga de corazones orgullosos; pero no rechazará ninguna ofrenda de manos humildes. Sigamos el ejemplo del profeta Samuel quien levantó un monumento en honor de Dios y dijo: “Eben-ezer... el Señor nos ha ayudado”, 1º Samuel 7:12 (DHH). ¿Levantaremos un monumento a nosotros mismos o lo haremos para honrar el nombre de Dios?
Acerca de este Plan

Cada día es una oportunidad para experimentar la presencia del Señor. Dios mismo es quien te extiende la dulce invitación para el encuentro santo: "Mi corazón te ha oído decir: «Ven y conversa conmigo». Y mi corazón responde: «Aquí vengo, SEÑOR»" (Salmo 27:8).
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Nos gustaría agradecer a José Luis Cinalli - Silvia López de Cinalli por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://iglesiadelaciudad.com.ar/
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