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Una vida de intimidad con DiosMuestra

Una vida de intimidad con Dios

DÍA 233 DE 365

Cómo entender el sufrimiento

¿Qué pasa cuando un creyente peca? ¡Sufre! Pero cuidado porque hay dos clases de sufrimiento: el que viene a causa de una disciplina y el que proviene del pecado. Una cosa es una prueba del Señor y otra muy diferente vivir bajos cielos cerrados. Dios nos lleva al desierto para corregirnos, no para castigarnos. Nos vuelve al camino y nos hace crecer y madurar. Se sufre, pero el cielo NUNCA ESTÁ CERRADO y la COMUNION NUNCA SE INTERRUMPE. Y algo más, al desierto se entra de la mano del Señor y se sale de su mano. La Biblia dice que Dios llevó a Jesús al desierto y cuando salió estaba lleno del poder del Espíritu Santo.

Ningún hombre ungido murió en el desierto. El desierto es disciplina, es metamorfosis, transformación; es preparación para un nuevo trabajo o ministerio. En el desierto Dios trabaja EN nosotros, cuando salimos del desierto Dios trabaja CON nosotros. José estuvo en el desierto (la cárcel de Egipto), pero Dios estaba con él y siempre tuvo acceso a la revelación divina, Génesis 39:21. En cambio, Saúl fue atormentado a causa del pecado y el cielo no le respondía: “Estoy desesperado —contestó Saúl—. Los filisteos me hacen la guerra, y Dios me ha abandonado. Ya no me responde... Samuel le dijo: —... Por haberlo desobedecido... Dios te ha quitado el reino... y tú y tus hijos morirán...”, 1º Samuel 28:15-19 (TLA).

El pecado coarta la relación con Dios. El acceso a su presencia y a su revelación se bloquea a causa de la desobediencia. No solo el cielo está cerrado, la tierra también: “Arriba, los cielos se pondrán rígidos como el bronce, y abajo, la tierra se volverá dura como el hierro”, Deuteronomio 28:23 (NTV). El cielo es de bronce y la tierra de hierro, lo que significa que el cielo no responde y en la tierra no se experimenta bendición. ¿Algo no fluye en ti? Revisa tu vida ahora mismo y pídele al Espíritu Santo que te muestre si es la consecuencia de un pecado o simplemente una prueba del Señor.

La lección es clara: o nos alejamos del pecado o el pecado aleja a Dios de nuestras vidas. El lugar donde el Santo habita debe ser santo. Dios no permanecerá en un sitio donde el pecado sea tolerado o protegido. Sus ojos son demasiado puros para soportarlo. Si quieres a Dios y su bendición tendrás que deshacerte del pecado. ¡Los acumuladores compulsivos de maldad no pueden comulgar con Dios!

Acerca de este Plan

Una vida de intimidad con Dios

Cada día es una oportunidad para experimentar la presencia del Señor. Dios mismo es quien te extiende la dulce invitación para el encuentro santo: "Mi corazón te ha oído decir: «Ven y conversa conmigo». Y mi corazón responde: «Aquí vengo, SEÑOR»" (Salmo 27:8).

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Nos gustaría agradecer a José Luis Cinalli - Silvia López de Cinalli por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://iglesiadelaciudad.com.ar/