Una vida de intimidad con DiosMuestra

Señales que predicen el alejamiento de Dios
Veamos cuáles son las señales que presagian la pérdida de la presencia de Dios en la vida de un creyente:
1. La mentira. Los mentirosos quedan excluidos de la presencia del Señor: “A... los mentirosos, los lanzaré al lago... en llamas; y allí se quedarán, separados de mí para siempre”, Apocalipsis 21:8 (TLA). El que quiera tener comunión con Dios deberá abandonar la mentira. ¡Sin verdad no hay presencia y sin presencia no hay nada!
2. La hipocresía. Saúl dijo: “Tuve miedo del pueblo y por eso hice lo que ellos me pidieron... Samuel respondió: —... el SEÑOR... te ha rechazado... Entonces Saúl volvió a implorar: —... al menos te ruego que me honres ante los ancianos de mi pueblo...”, 1º Samuel 15:24-30 (NTV). Saúl recibe una profecía aterradora y en lugar de caer de rodillas y confesar su pecado, le pide a Samuel que lo trate delante del pueblo como si nada hubiera sucedido. A Saúl lo único que le preocupaba era que su imagen no fuera dañada. Vivía de apariencias. Eso se llama hipocresía.
La hipocresía puede ser por simulación o disimulo. La simulación consiste en mostrar lo que se desea, en tanto que el disimulo oculta lo que no se quiere revelar. Saúl quería parecer espiritual, ocultando su pecado. Coré disimulaba su verdadero propósito. Ante el pueblo daba la impresión de estar interesado en el bienestar común cuando en realidad aspiraba al poder, Números 16:10. Ananías y Safira mintieron para simular generosidad. Jesús dijo que los hipócritas ofrendaban con el propósito de ser admirados, oraban para impresionar a los demás y se mostraban miserables cuando ayunaban para ser respetados por su sacrificio, Mateo 6. Existen personas que “¡aman más el aplauso de los hombres que el aplauso de Dios!”, Juan 12:43 (NT-BAD). ¿Cuál debería ser nuestra motivación al servir? ¡El amor a Dios! La carne dice: “sirvo a Dios, pero quiero algo a cambio”. Los hipócritas no sirven si no obtienen reconocimiento a cambio. Tiene que haber un retorno de la inversión de tiempo. Puede ser en forma de aplauso, agradecimiento público, apreciación por medio de las redes sociales, un cargo asegurado o, lo más sutil, desarrollar una reputación de santidad y espiritualidad. Había una larga fila de servidores esperando la posibilidad de acompañar a Jesús en su ministerio público. ¿Pero cuántos crees que habrán esperado a las puertas de su carpintería para servirlo como aprendices? Sirvamos a Dios solo por amor. Esa es la única manera válida para agradarlo y recibir su bendición.
Acerca de este Plan

Cada día es una oportunidad para experimentar la presencia del Señor. Dios mismo es quien te extiende la dulce invitación para el encuentro santo: "Mi corazón te ha oído decir: «Ven y conversa conmigo». Y mi corazón responde: «Aquí vengo, SEÑOR»" (Salmo 27:8).
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Nos gustaría agradecer a José Luis Cinalli - Silvia López de Cinalli por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://iglesiadelaciudad.com.ar/