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Una vida de intimidad con Dios

DÍA 227 DE 365

Cuando soy débil entonces…

“...Te voy a enviar... para que saques de Egipto a mi pueblo... Yo estaré contigo... Pero Moisés dijo: —Por favor, Señor, manda a otro, Éxodo 3:10 y 4:12-13 (PDT).

Las bendiciones se reciben por medio de la fe, pero se conservan por medio de la obediencia. Veamos un ejemplo. La tierra prometida era un regalo de Dios para su pueblo: “Ha llegado el momento de... entrar en la tierra que les doy...”, Josué 1:2 (NTV). Los límites asignados por Dios sobrepasaban a la heredad repartida por Josué (Josué 13 al 19). Los israelitas poseyeron menos de lo que Dios les había prometido. ¿Por qué? Porque les faltó fe. Dios les había dicho: “Les entregaré... todo lugar que toquen sus pies”, Josué 1:3 (NVI). Más adelante, lo poco que poseyeron lo perdieron por desobedientes, 2º Reyes 24:14. El paralítico de Betesda es otro ejemplo. Jesús le dijo que su sanidad dependía de su obediencia: “...No peques más, para que no te venga alguna cosa peor”, Juan 5:14.

Moisés también perdió bendiciones por no obedecer. Dios se le apareció para confiarle la tarea de liberar a su pueblo de la esclavitud egipcia, Éxodo 3:10. Moisés presentó mil excusas para rechazar la misión. La garantía infalible de que el Dios de los cielos estaría con él supliendo todas sus necesidades no era suficiente. Sin embargo, cambió de opinión cuando se le prometió un compañero a su lado. El Dios Todopoderoso, creador y sustentador de todas las cosas no le bastaba, pero un simple y débil mortal como él sí. Ah, qué insensatos somos. La más débil caña visible a nuestro ojo suele ser un fundamento más sólido que confiar en la “fortaleza de los siglos”, Isaías 26:4. Preferimos cualquier arroyo humano o fuente rota antes que permanecer cerca de la “fuente de agua viva”, Jeremías 2:13. ¡Cuidado! Las falencias que tenemos para cumplir el ministerio no pueden ser suplidas por un ser humano. Lo único que necesitamos es a Dios y su gracia. Además, cuando más débil nos sintamos más posibilidades de que Dios obre a nuestro favor. Si Dios está con nosotros, nuestras carencias son la ocasión para que Él despliegue su poder. No te mires a ti mismo ni descanses en tus limitadas capacidades. Mira a Dios, confía en Dios y espera en Dios. Lo que tú no puedes hacer, Él lo hará a través de ti. Y recuerda siempre: ¡sin fe las bendiciones no llegan y sin obediencia las bendiciones se pierden!

Acerca de este Plan

Una vida de intimidad con Dios

Cada día es una oportunidad para experimentar la presencia del Señor. Dios mismo es quien te extiende la dulce invitación para el encuentro santo: "Mi corazón te ha oído decir: «Ven y conversa conmigo». Y mi corazón responde: «Aquí vengo, SEÑOR»" (Salmo 27:8).

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Nos gustaría agradecer a José Luis Cinalli - Silvia López de Cinalli por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://iglesiadelaciudad.com.ar/