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Una vida de intimidad con Dios

DÍA 175 DE 365

Espera a Dios, espera en Dios

“Ahora es el momento oportuno: ¡busquen a Dios!; ¡llámenlo ahora que está cerca!”, Isaías 55:6 (TLA).

Tenemos la promesa de que los que buscan a Dios lo encontrarán pero, ¡cómo nos cuesta esperar algo de Dios! Se nos hace difícil esperar el cumplimiento de una promesa divina. Sin embargo, la Biblia dice: “Perseverar con paciencia es lo que necesitan ahora para seguir haciendo la voluntad de Dios. Entonces recibirán todo lo que él ha prometido”, Hebreos 10:36 (NTV). Muchas personas comienzan su primavera espiritual, inician el camino de la búsqueda, pero son incapaces de perseverar. Se apagan, se pinchan, se desinflan. Muchas pierden la oportunidad de sus vidas por no saber esperar.

Tenemos arraigada la idea de que perdemos el tiempo si esperamos. Hay personas a las que les cuesta esperar la finalización de un culto, miran la hora para saber cuánto falta para volver a casa. Pero el tiempo que se dedica para buscar a Dios con intensidad jamás es tiempo perdido. Hoy día no vemos grandes manifestaciones de Dios porque no hay expectación por su presencia ni el anhelo de honrarlo con la espera.

Aguarda a que Dios te hable cada día en la ‘carpa del encuentro’. Espera y anhela que te hable mientras caminas, conduces en medio de la ciudad o inclusive, cuando te estás duchando. Dios tiene sus maneras de relacionarse contigo. No puedes encasillarlo. No humanices a Dios. Lo que sí tienes que hacer es buscarlo apasionadamente, enamorarte de Él independientemente de cómo o cuándo Él decida hablarte. ¡Espera con expectación el anhelado encuentro!

Se espera a Dios, pero no se lo apura. El reloj de Dios tiene su ritmo y no podemos pretender que el Señor se acople a nuestro calendario de actividades. Moisés había sido llamado, pero no supo esperar el tiempo de Dios y mató a un egipcio. Piensa en Abraham. Cuántos dolores de cabeza le dio, y nos da todavía, el hecho de que él se rindiera ante la impaciencia y levantara descendencia con su sierva en lugar de esperar el cumplimiento de la promesa divina. En cambio, David esperó en Dios para el cumplimiento de todas sus promesas. ¡Con razón fue un varón conforme al corazón de Dios!

“Amado Señor, ayúdame a perseverar en la búsqueda. Ayúdame a limpiar mi mente y mi corazón. Quiero encontrarme con tu presencia manifiesta. No me conformo con saber de tu Omnipresencia. Anhelo la comunión contigo. Oro por un encuentro glorioso, amén”.

Acerca de este Plan

Una vida de intimidad con Dios

Cada día es una oportunidad para experimentar la presencia del Señor. Dios mismo es quien te extiende la dulce invitación para el encuentro santo: "Mi corazón te ha oído decir: «Ven y conversa conmigo». Y mi corazón responde: «Aquí vengo, SEÑOR»" (Salmo 27:8).

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Nos gustaría agradecer a José Luis Cinalli - Silvia López de Cinalli por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://iglesiadelaciudad.com.ar/