Una vida de intimidad con DiosMuestra

Ayuno de poder
“...Ese día se abrirá un manantial... Ese manantial limpiará sus pecados y sus impurezas”, Zacarías 13:1 (PDT).
Conocimos a un líder que en sus tiempos mozos había tenido una aventura con una chica que no era su novia. Según él había sido ‘algo pasajero’. Veinte años después se presentó una hija de aquella relación. Como consecuencia, sus hijos no le hablaban y su esposa quería el divorcio. El hombre nunca saldó su cuenta y el diablo nunca se olvidó de ella. La puerta del pecado permanecía abierta. Y solo podía ser cerrada mediante la confesión y el arrepentimiento, pasos que había omitido por aquel entonces. ¡Cierra hoy todas las puertas! Salda tus cuentas. Arregla tu pasado. Dios quiere tu libertad. Con este fin utiliza las indestructibles armas del retiro, la oración y el ayuno para que Dios te guie en el proceso de limpieza y purificación. Si la maldición no se rompe, la bendición no llega.
¿Cómo nació tu matrimonio? ¿Edificaron la relación sobre la impureza sexual? Es necesario saldar esa deuda pendiente. Supongamos que comenzó bien, pero luego hubo infidelidad. Tu matrimonio tiene los días contados a menos que se rompa la factura impaga mediante el arrepentimiento y la confesión.
¡Pero cuidado! La confesión se hace a Dios y a todos aquellos a quienes se perjudicó. Es común encontrar hermanos y aun líderes que creen que la confesión es solo a Dios. Error, si cierto pecado afectó a otra persona, también a ella debes confesárselo. Sin confesión y arrepentimiento no existe restauración. No pienses que la confesión echará todo a perder. ¡Ya está todo perdido!
La maldición no se rompe con el paso del tiempo sino con la confesión de los pecados. No importa quién le abrió la puerta al diablo en tu casa, él les robará a todos por igual. Toma coraje y enfrenta la situación. Si tuviste la osadía de pecar también debes tenerla para pedir perdón. Será un acto profético que romperá con las fuerzas del mal y liberará un poder sin igual para edificar, pero ahora bajo la unción de Dios. Prepara ese acto de confesión con oración y ayuno. El ayuno te da el poder para derribar las fuerzas del mal y, la obediencia a Dios te da el poder para edificar nuevamente.
Si Jesús ayunó para recuperar la autoridad que el diablo ejercía sobre el ser humano, sería perfectamente viable que ayunemos para recuperar aquellas cosas de nuestra vida, familia o ministerio que están bajo la influencia del mal.
Escrituras
Acerca de este Plan

Cada día es una oportunidad para experimentar la presencia del Señor. Dios mismo es quien te extiende la dulce invitación para el encuentro santo: "Mi corazón te ha oído decir: «Ven y conversa conmigo». Y mi corazón responde: «Aquí vengo, SEÑOR»" (Salmo 27:8).
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Nos gustaría agradecer a José Luis Cinalli - Silvia López de Cinalli por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://iglesiadelaciudad.com.ar/
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