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Una vida de intimidad con Dios

DÍA 132 DE 365

La humildad nos conviene

“Porque así dijo el Alto y Sublime, el que habita la eternidad, y cuyo nombre es el Santo: Yo habito en la altura y la santidad, y con el quebrantado y humilde de espíritu, para hacer vivir el espíritu de los humildes, y para vivificar el corazón de los quebrantados”, Isaías 57:15 (VRV).

Labrar el barbecho significa llevar el corazón a un estado de humildad y dependencia. ¿Por qué es importante la humildad? Porque el orgullo fue el pecado que inicialmente irrumpió en el universo a través de Satanás y se manifestó como rebelión y autosuficiencia (Isaías 14:12-14 y Ezequiel 28:12-17). Por medio de la tentación al orgullo, Satanás sedujo a Eva en Génesis 3:6. Y su veneno mortal encuentra expresión en la justificación de nuestros actos delante de Dios y delante de los hombres. Cuando el orgullo personal es herido aparece el enojo, la amargura y el deseo de venganza. No dudaremos en difamar o hablar mal de aquellos que ‘nos ofendieron’. Incluso pueden aparecen frutos amargos como el engaño y la hipocresía (mostrar algo diferente con la intención de manipular).

El orgullo es el más grande enemigo de toda renovación espiritual; a su vez el mal más difícil de diagnosticar y tratar. ¿Y dónde reside? En el corazón de los seres humanos. Solo Dios puede conocerlo verdaderamente. A veces está entretejido con cosas que parecen buenas y se muestran como ‘celo santo’ o ‘preocupación por la obra’, pero en realidad es orgullo herido, deseo de reconocimiento, anhelo de vindicación, etc. “Examíname, oh Dios, y sondea mi corazón; ponme a prueba y sondea mis pensamientos. Fíjate si voy por mal camino, y guíame por el camino eterno”, Salmo 139:23-24 (BAD). La altivez resulta ser la madre de muchos pecados. Cuando ella nace, el diablo viene para atizar el fuego de las pasiones más extremas y malignas. Solo la sumisión completa y la oración humilde permiten que se exprese la ayuda del Espíritu Santo para resistir a estos pecados entretejidos en lo más íntimo. 2° Crónicas 7:14 dice: “Si se humillare mi pueblo... y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra”, VRV. ¡Quitémonos los harapos del orgullo y revistámonos de humildad! Si optamos por el orgullo es mejor que renunciemos a la visitación sobrenatural de Dios.

“Señor, me quito los harapos del orgullo y con humildad busco tu presencia. Manifiéstate en mi vida, tengo hambre por más de ti. Anhelo tu visitación sobrenatural. Amén”.

Acerca de este Plan

Una vida de intimidad con Dios

Cada día es una oportunidad para experimentar la presencia del Señor. Dios mismo es quien te extiende la dulce invitación para el encuentro santo: "Mi corazón te ha oído decir: «Ven y conversa conmigo». Y mi corazón responde: «Aquí vengo, SEÑOR»" (Salmo 27:8).

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Nos gustaría agradecer a José Luis Cinalli - Silvia López de Cinalli por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://iglesiadelaciudad.com.ar/