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Una vida de intimidad con Dios

DÍA 133 DE 365

Corazones quebrantados

“Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado; al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios”, Salmo 51:17 (VRV).

“Contrito” proviene de la misma raíz que “molido” o “roto en pedazos”. De ahí que es mucho más que una mala racha, una adversidad o cualquier dificultad. Una persona puede estar mal física o emocionalmente quebrada, pero basta que mejore un poco su salud para que el orgullo regrese con fuerza. “Molido” o “contrito” es la palabra que emplea Job para con sus amigos: “¿Hasta cuándo angustiaréis mi alma, y me moleréis con palabras?”, Job 19:2 (VRV).

Dios utiliza como canales a los corazones quebrantados; no tristes o deprimidos sino trabajados en su presencia. El profeta Eliseo (2° Reyes 3) dijo que Dios traería agua en medio del desierto, pero debían cavar los pozos. Debían resquebrajar la corteza endurecida de la tierra como preparación para el milagro. 2° Reyes 3:16: “... ¡Caven zanjas...en este valle!”, BLA. Los geólogos dicen que el suelo de nuestro jardín es roca pulverizada por la acción incesante de la naturaleza. En el ámbito espiritual, el corazón contrito es aquel en el que las durezas se han hecho polvo al someterse a la acción de la Palabra y a la Presencia. “Les daré un corazón nuevo y pondré un espíritu nuevo dentro de ustedes. Les quitaré ese terco corazón de piedra y les daré un corazón tierno y receptivo”, Ezequiel 36:26 (NTV).

Los pasos para la constricción de espíritu son:

1. Arrepentimiento. Es cuando se experimenta dolor y vergüenza por el pecado, pero acompañados de un profundo pesar por haber herido a Dios: “Contra ti y solo contra ti he pecado; he hecho lo que es malo ante tus ojos”, Salmo 51:4, NTV. Nuestro pecado hace que los enemigos de Dios blasfemen su nombre, 2° Samuel 12:14.

2. Confesión. 1ª Juan 1:8: “...Si confesamos nuestros pecados a Dios, él es fiel y justo para perdonarnos...” (NTV). No se puede experimentar arrepentimiento sin una genuina y completa confesión.

3. Restitución. Aparte de arrepentirnos y confesar a Dios, debemos pedir perdón a las personas que hemos ofendido. Tengan cuidado cuando Dios les llame la atención...”, Hebreos 12:25-27 (TLA).

“Amado Señor, vengo ante ti para que trabajes toda dureza que percibas en mi vida. Quiero que el canal por donde fluye tu gracia crezca y no se estreche por mi tozudez. Hoy asumo mi responsabilidad por todo comportamiento errado y pido que liberes mi alma del tormento. Perdóname, sáname, restáurame. Amén”.

Acerca de este Plan

Una vida de intimidad con Dios

Cada día es una oportunidad para experimentar la presencia del Señor. Dios mismo es quien te extiende la dulce invitación para el encuentro santo: "Mi corazón te ha oído decir: «Ven y conversa conmigo». Y mi corazón responde: «Aquí vengo, SEÑOR»" (Salmo 27:8).

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Nos gustaría agradecer a José Luis Cinalli - Silvia López de Cinalli por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://iglesiadelaciudad.com.ar/