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Una vida de intimidad con DiosMuestra

Una vida de intimidad con Dios

DÍA 111 DE 365

El camino hacia la completa libertad

“Escapamos como un pájaro de la trampa del cazador; ¡la trampa se rompió y somos libres! ¡El creador... nos ayudó a escapar!”, Salmo 124:7 (NTV) y 8 (TLA).

Demasiadas personas han caído en la ‘trampa del cazador’. Son las que luchan silenciosamente con alguna tentación y, después de años de sufrir, finalmente piden ayuda. Dos factores son decisivos a la hora de lograr la completa libertad:

1. Un fuerte deseo por agradar a Dios. Debemos ser honestos y sacar a la luz los secretos más oscuros. No se puede excusar el pecado. Si decimos que no hemos pecado nos engañamos a nosotros mismos”, 1ª Juan 1:8 (TLA). La clave es reconocer el pecado y tomar la férrea decisión de cambiar, PERO NO EN LA CARNE SINO EN EL ESPÍRITU. La Biblia afirma: “Todo lo puedo en Cristo”, no “en mis propias fuerzas”. Hasta que no asumamos la responsabilidad por las decisiones inmorales o erradas y sus consecuencias, nada cambiará.

2. Un cambio de mando. Nadie puede escapar del lazo del cazador si Dios no lo libra. ¡El creador... nos ayudó a escapar!”, Salmo 124:8 (TLA) “Él... compró nuestra libertad...”, Colosenses 1:14 (NTV). El esfuerzo que podamos hacer o que otros hagan por nosotros no alcanzará. Dios debe asumir el completo control de nuestra vida. Con Cristo de nuestro lado, todo es posible. Los que lograron la victoria sobre caminos conocidos de pecado tenían en común dos cosas: un profundo deseo de agradar a Dios y una vida nueva en Cristo antes de intentar sobreponerse a sus tentaciones de siempre. Tu libertad comienza con la entrega voluntaria y absoluta al gobierno del Señor Jesucristo. Dios no solo como Salvador sino como Señor y dueño. ¿Ya has aceptado a Jesús como Salvador de tu vida? ¿Le has entregado cada área para que la gobierne? Recuerda que fuera del poder transformador que trae la presencia del Espíritu Santo, el ser humano no puede cambiar su condición interior pecadora.

“Señor, decido ponerle fin a mi vieja vida de pecado y emprender un nuevo comienzo de obediencia a Dios. Entiendo que tú eres el único que puedes librarme de las garras del pecado. Solo tú puedes hacerme libre. Asumo la responsabilidad de la sujeción a tu Espíritu. Quiero que ocupes un lugar en mi vida muy distinto del que has ocupado y que seas el absoluto dueño de mi vida. Amén”.

Acerca de este Plan

Una vida de intimidad con Dios

Cada día es una oportunidad para experimentar la presencia del Señor. Dios mismo es quien te extiende la dulce invitación para el encuentro santo: "Mi corazón te ha oído decir: «Ven y conversa conmigo». Y mi corazón responde: «Aquí vengo, SEÑOR»" (Salmo 27:8).

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Nos gustaría agradecer a José Luis Cinalli - Silvia López de Cinalli por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://iglesiadelaciudad.com.ar/