Una razón para regocijarse

Aunque la higuera no florezca, ni haya fruto en las vides; aunque falte el trabajo del olivo, y los campos no produzcan alimento; aunque las ovejas sean quitadas del redil, y no haya vacas en los establos, yo me gozaré en el Señor, me gozaré en el Dios de mi salvación. (Habacuc 3:17–18 NVI)

Se ha dicho que la preocupación es el interés anticipado que pagamos por problemas que rara vez surgen. Intentamos justificar la preocupación, por supuesto: “Está bien que me preocupe porque estoy en una situación difícil”. En muchos sentidos todos lo somos, algunos más que otros. Pero tal vez todos necesitamos relajarnos un poco cuando podamos. Podrías pensar: "Es fácil para ti decirlo".

Quiero que consideres las siguientes palabras del apóstol Pablo, quien estaba escribiendo bajo circunstancias adversas. Pablo estaba bajo arresto domiciliario. Existía la posibilidad de que fuera absuelto o decapitado. No sabía lo que le deparaba el futuro. Sin embargo, nos dio algunas de las palabras más inspiradoras que se encuentran en las páginas de las Escrituras: “Regocijaos en el Señor siempre. Nuevamente diré, ¡alégrate! Que tu mansedumbre sea conocida de todos los hombres. El Señor está cerca. Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias” (Filipenses 4:4–6 NVI).

Me encantan estos versos. Pablo no estaba sentado en una torre de marfil, elaborando teorías prácticas. No estaba descansando en alguna playa del Mediterráneo, comiendo un falafel y tomando un té helado. Este era un hombre que estaba encarcelado, pero pudo decir: “Regocijaos en el Señor siempre. Nuevamente diré, ¡alégrate!”

Por cierto, ese es un mandato de Dios mismo. Dicho de otra manera, no regocijarse es desobediencia a Dios. Cualquiera puede regocijarse cuando las cosas van razonablemente bien. Pero cuando nos enfrentamos a la adversidad, la enfermedad, las dificultades o la muerte y luego nos regocijamos, estamos obedeciendo a Dios.

Dios está en Su trono. Él te ama y está pendiente de ti. Así que regocíjate en el Señor.

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